Un Viaje Mágico a Tarma



Era un soleado día de verano y los hermanos Josué, Diego y Adriana estaban emocionados. Habían planeado un viaje a Tarma, una ciudad famosa por sus hermosos paisajes y su rica cultura. Mientras empacaban, Josué dijo:

"¡No puedo creer que finalmente vamos a Tarma! He oído que hay un lago mágico que se ilumina por la noche."

"Sí, y los mercados están llenos de cosas increíbles!" agregó Diego, mientras metía su cámara en la mochila.

Adriana, la más pequeña, saltó de alegría:

"¡Voy a llevar mi cuaderno de dibujos para dibujar todo lo que veamos!".

Cuando llegaron a Tarma, lo primero que hicieron fue visitar el mercado. Las calles estaban llenas de colores y olores deliciosos. Cada quien decidió explorar por su cuenta y reunirse después.

Josué se encontró con un vendedor de artesanías que hacía increíbles figuras de arcilla.

"Hola, joven. ¿Te gustaría aprender a hacer una figura de barro?" le preguntó el artesano.

"¡Sí! Me encantaría aprender!" respondió Josué, emocionado.

Mientras tanto, Diego se aventuró a uno de los puestos de comida y se encontró con sabores nunca antes probados.

"¡Mmm, esto es delicioso!" exclamó, mientras compartía un trozo de empanada con un grupo de turistas.

Adriana, por su parte, encontró un hermoso jardín lleno de flores de distintos colores. Se sentó en una banca y comenzó a dibujar un paisaje.

"¡Miren esto, chicos!" grito, cuando los hermanos se reunieron. "Es el jardín más hermoso que he visto nunca!"

Pero justo cuando todos estaban disfrutando de sus actividades, se desató una tormenta repentina. Las nubes oscurecieron el cielo y el viento comenzó a soplar con fuerza.

"¡Rápido, busquemos un lugar para refugiarnos!" gritó Josué.

Se apresuraron a encontrar un cafe cercano. Una vez dentro, decidieron que era un buen momento para compartir lo que habían aprendido.

"Yo aprendí a hacer una figura de barro. ¡Es más difícil de lo que parece!" comentó Josué.

"Yo probé un montón de comidas nuevas. Me siento como un chef!" dijo Diego riendo.

"Y yo armé un dibujo del jardín... aunque ahora está un poco mojado," rió Adriana al ver su cuaderno empapado.

Mientras esperaban a que pasara la tormenta, conocieron a una abuelita que contaba historias sobre Tarma.

"Este lugar tiene una historia mágica. Muchas de las tradiciones que ven ustedes hoy nacieron aquí," les dijo con una sonrisa.

Intrigados, los hermanos se acercaron para escuchar. La abuelita les contó sobre el lago iluminado que mencionaba Josué.

"Ese lago solo se ilumina cuando la luna está llena y las estrellas brillan como nunca," explicó.

Cuando la tormenta cesó, decidieron ir a ver el lago. Al llegar, el reflejo de la luna y las estrellas creó un espectáculo deslumbrante.

"¡Es increíble!" exclamó Adriana, mientras sacaba su cuaderno para dibujar el paisaje deslumbrante.

"Esto es mucho más hermoso de lo que imaginé," dijo Josué, sintiéndose inspirado.

"Y todo comenzó en el mercado gracias a la abuelita," agregó Diego, sonriendo.

Desde ese día, los hermanos aprendieron que en cada experiencia hay una lección y que cada lugar tiene su propia magia. Su viaje a Tarma no solo les mostró bellos paisajes y nuevos sabores, sino que también fortaleció sus lazos y les enseñó la importancia de compartir experiencias y aprender unos de otros.

Al regresar a casa, prometieron nunca olvidar la magia de Tarma y cada vez que recordaban su viaje, sonreían, sabiendo que las aventuras nunca terminan, solo cambian.

Y así, los hermanos Josué, Diego y Adriana vivieron felices y llenos de memorias, listos para planear su próxima aventura.

FIN.

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