Un Viaje Mágico en Brasil



Había una vez un niño llamado Juan que vivía en un tranquilo pueblo argentino. Juan siempre soñaba con vivir aventuras, y un día, mientras leía un libro sobre selvas, encontró un mapa misterioso que lo llevó a una selva exuberante en Brasil. Con su mochila equipada con una linterna, un cuaderno y muchos lápices de colores, decidió emprender el viaje.

"¡Qué emocionante!", exclamó Juan mientras miraba el mapa. "Voy a descubrir tesoros escondidos".

Después de un largo viaje en autobús, Juan llegó a la selva. Todo era increíble; grandes árboles, flores de colores brillantes y el sonido de animales por todas partes. Al caminar, conoció a una simpática tortuga llamada Tula.

"Hola, pequeño aventurero. ¿A dónde vas?" preguntó Tula.

"Voy a buscar tesoros escondidos y vivir grandes aventuras!" respondió Juan.

"Yo te puedo ayudar. La selva es hermosa, pero también muy peligrosa" dijo Tula, mirando a su alrededor.

Juan aceptó la ayuda de Tula, y juntos comenzaron a explorar. De pronto, se encontraron con un grupo de monos juguetones que intentaron quitarle el mapa.

"¡Oye! ¡Déjamelo! No es justo!" gritó Juan, jugueteando con los monos.

Tula rió y dijo: "Los monos solo quieren jugar, Juan. Vamos, enséñales una trampa divertida".

Juan se le ocurrió una idea. Usó una de sus crayones y dibujó un gran círculo en el suelo.

"¡Si saltan dentro del círculo, ganan un premio!" dijo Juan.

Los monos, intrigados, hicieron lo que Juan decía, saltando dentro del círculo. Juan y Tula les dieron dos bananas a cambio del mapa.

"¡Mirá, lo conseguimos!", dijo Juan, saltando de alegría.

Continuaron su viaje y encontraron un arroyo de aguas claras, donde conocieron a un loro llamado Loroico.

"¡Hola, Juan!" saludó Loroico. "¿Buscas tesoros? ¡Te puedo guiar a un lugar mágico!".

"¡Sí! ¡Por favor!" dijo Juan emocionado.

Loroico voló delante de ellos, llevándolos a un claro lleno de piedras preciosas y cristales brillantes.

"¡Increíble!", exclamó Juan al ver el brillo de las piedras bajo el sol.

"Pero debes tener cuidado, porque esta es la guarida de una serpiente mágica que protege los tesoros" advirtió Loroico.

Juan pensó que tal vez podrían hacer algo para conseguir alguna piedra sin molestar a la serpiente. Entonces, decidió que realizarían un espectáculo para entretener a la serpiente.

"Tula, ¿puedes ayudarme a improvisar una canción?" preguntó Juan.

Juntos empezaron a cantar y bailar, mientras la serpiente se asomaba curiosa.

La serpiente, intrigada, se acercó.

"¿Qué está pasando aquí?" preguntó la serpiente con una voz profunda.

"Hola, hermosa serpiente. Estamos aquí para mostrarte un espectáculo de talentos. ¡Mira lo que podemos hacer!" dijo Juan, haciendo movimientos divertidos.

La serpiente sonrió, y Juan y sus amigos navegaron un espectáculo lleno de risas y canciones. Al final, la serpiente se sintió tan feliz que decidió regalarle a Juan una de las piedras preciosas como recompensa.

"¡Gracias, serpiente! No nos llevaremos más de lo que merecemos" aseguró Juan.

Las nuevas amistades celebraron el éxito y unieron como nunca antes en la selva. Con su tesoro en mano, Juan supo que la verdadera aventura había sido la amistad y el compañerismo.

"Fue un viaje increíble, pero creo que es hora de volver a casa" dijo Juan.

"Siempre podrás volver aquí, Juan. La selva tendrá siempre un lugar para vos" dijo Tula, mientras todos se despedían.

Juan caminó de regreso a su pueblo con el corazón lleno de recuerdos, comprendiendo que las aventuras más grandes a menudo se encuentran en la amistad y el respeto por la naturaleza. Desde ese día, se convirtió en el mejor guardián de la selva entre sus amigos.

Y así, siempre que veas a un niño dibujando en su cuaderno, recuerda que la imaginación puede llevarnos a las más grandes aventuras y las más hermosas amistades.

Fin.

FIN.

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