Un viaje mágico hacia la diversidad
Había una vez una niña llamada Mía que vivía en un pequeño pueblo en Argentina. Una noche de verano, mientras se preparaba para irse a la cama, algo sorprendente sucedió.
Mientras Mía miraba por la ventana, vio una extraña luz brillante que provenía del cielo. Intrigada, corrió hacia el jardín y descubrió que había aterrizado una nave espacial en su patio trasero.
Sin pensarlo dos veces, se acercó cautelosamente y vio a unos seres extraterrestres saliendo de la nave. Mía, valiente y curiosa como era, decidió hablar con ellos. Se presentó amablemente y les preguntó de dónde venían. Los extraterrestres eran de un planeta lejano llamado Zorblak y estaban explorando la Tierra.
Los alienígenas parecían simpáticos y amigables, así que Mía decidió invitarlos a entrar a su casa. Juntos compartieron risas y juegos durante toda la noche.
Los extraterrestres tenían habilidades especiales como levitar objetos con sus mentes e incluso podían cambiar de forma. Mientras pasaban tiempo juntos, los alienígenas le contaron a Mía sobre las maravillas de su planeta natal: montañas flotantes, ríos multicolores y criaturas mágicas. A cambio, Mía les mostraba fotografías de su familia y amigos humanos.
A medida que amanecía, los extraterrestres supieron que debían regresar a su nave espacial para continuar con su misión exploratoria.
Pero antes de partir, uno de ellos, llamado Zog, le entregó a Mía un pequeño dispositivo que podía traducir cualquier idioma del universo. Mía se despidió con tristeza de sus nuevos amigos y prometió recordarlos siempre.
A medida que los extraterrestres despegaban en su nave espacial, Mía sintió una mezcla de emociones: felicidad por la experiencia única que había tenido y tristeza por dejar partir a sus amigos especiales. A lo largo de los días siguientes, Mía usó el dispositivo de traducción para comunicarse con personas de diferentes partes del mundo.
Descubrió culturas fascinantes y aprendió palabras en idiomas como chino, francés e incluso swahili. Con cada nueva palabra aprendida, Mía se daba cuenta de la importancia de la amistad y la apertura hacia lo desconocido.
Comprendió que no importa cuán diferentes sean las personas o criaturas del universo, todos merecen respeto y comprensión. Desde entonces, Mía se convirtió en una defensora de la diversidad cultural y compartió su historia con otros niños para inspirarlos a ser más abiertos y amigables con aquellos que son diferentes a ellos.
Y así fue como una noche mágica en el verano cambió la vida de Mía para siempre. Ella nunca olvidaría a sus amigos extraterrestres y siempre llevaría consigo el mensaje de amor y aceptación universal que le enseñaron.
FIN.