Un viaje valiente
Había una vez, en un pequeño rincón de la ciudad de Buenos Aires, una cucaracha llamada Naydelin. A diferencia de las demás cucarachas, ella no se conformaba con vivir en la oscuridad y suciedad de los rincones.
Naydelin soñaba con explorar el mundo exterior y descubrir nuevas aventuras. Un día soleado, mientras las demás cucarachas se escondían bajo las sombras, Naydelin decidió salir a dar un paseo por el parque.
Mientras caminaba entre la hierba alta, se encontró con un grupo de hormigas que estaban trabajando arduamente. "¡Hola! ¿Qué están haciendo?", preguntó curiosa Naydelin. Las hormigas miraron sorprendidas a la cucaracha y una de ellas respondió: "Estamos recolectando comida para el invierno".
Naydelin quedó fascinada por la organización y el trabajo en equipo de las hormigas. Decidió ayudarlas y juntas recolectaron alimentos durante todo el día.
Al finalizar, las hormigas le agradecieron a Naydelin su ayuda y le dijeron: "Eres muy valiente por salir del lugar oscuro donde vives". Animada por sus nuevas amigas, Naydelin continuó su camino hasta llegar a un árbol gigante. En lo más alto del árbol había unas ardillas jugando y saltando entre las ramas.
"¡Wow! ¡Qué divertido!", exclamó emocionada Naydelin. Las ardillas notaron su entusiasmo y decidieron enseñarle algunos trucos acrobáticos. Juntas pasaron horas saltando de rama en rama y divirtiéndose.
Al despedirse, las ardillas le dijeron: "Eres muy valiente por atreverte a subir tan alto". La cucaracha continuó su camino y llegó a un estanque donde había una familia de patos nadando. "-¡Hola! ¿Me puedo unir a ustedes?", preguntó tímida Naydelin. Los patos aceptaron encantados y juntos nadaron alrededor del estanque.
Mientras tanto, los patitos le contaban historias sobre sus aventuras en el agua. Después de un rato, los patos se despidieron diciendo: "Eres muy valiente por sumergirte en el agua con nosotros".
Naydelin se sentía feliz y llena de confianza gracias a todas las experiencias que había vivido ese día. Pero cuando regresaba a casa, se encontró con una araña gigante bloqueando su camino. "-¿Qué haces aquí? ¡Déjame pasar!", dijo Naydelin temblando de miedo.
La araña sonrió maliciosamente y respondió: "No te dejaré pasar hasta que me digas algo que no sepamos". Naydelin pensó rápidamente y recordó todo lo que había aprendido durante el día.
Entonces dijo: "-Soy valiente porque salí del lugar oscuro, subí al árbol más alto y me sumergí en el agua como los patos". La araña quedó sorprendida por la respuesta de Naydelin y decidió dejarla pasar. La cucaracha siguió su camino hacia casa sintiéndose orgullosa de sí misma.
Desde ese día, Naydelin se convirtió en una cucaracha valiente y aventurera. Siempre estaba dispuesta a enfrentar sus miedos y descubrir nuevas experiencias.
Y cada vez que alguien le preguntaba por qué era tan valiente, ella respondía con una sonrisa: "Porque una vez fui una cucaracha llamada Naydelin".
FIN.