Un Vuelo Bajo la Luna
En un frondoso bosque, donde los árboles susurraban secretos y las estrellas brillaban con fuerza, vivía un búho sabio llamado Don Sabio. Sus ojos grandes y redondos observaban todo desde lo alto de una rama. En sus largos años de vida, había acumulado un sinfín de conocimientos sobre el cielo y sus misterios.
Una mañana, al amanecer, una joven paloma llamada Pía se acercó a Don Sabio, emocionante y nerviosa al mismo tiempo.
"¡Don Sabio! ¡He escuchado que usted sabe volar bajo la luz de la luna! ¡Quiero aprender!" - exclamó Pía, batiendo sus alas.
Don Sabio la miró con atención y sonrió.
"Querida Pía, volar bajo la luna es un arte especial. La noche tiene su propio idioma, su ritmo y su belleza. Pero, ¿estás lista para aprender?" - respondió el búho.
Pía, con su corazón palpitando de emoción, asintió con determinación. Pero había un pequeño problema: cada vez que el sol se ocultaba y la luna brillaba en el cielo, ¡Pía se quedaba dormida! Las suaves sombras de la noche la envolvían y sus alas, llenas de sueño, no podían volar.
"No te preocupes, querida paloma. Vamos a entrenar a la luz del día. Cuando llegue la noche, tus ojos y tus alas estarán listos para el vuelo" - sugirió Don Sabio, con paciencia.
Así, cada día, Pía se encontraba con Don Sabio. Primero aprendió a sentir el viento en sus alas y a estirarse hacia el sol. Con el tiempo, comenzó a practicar sus movimientos, todo mientras el búho observaba orgulloso.
Sin embargo, cada vez que caía la noche, Pía cerraba los ojos, dejándose llevar por el sueño.
"¡Despierta, Pía! ¡El cielo es un lienzo que espera tus alas!" - le decía el búho, intentando llenarla de energía.
Pía suspiraba, pero, a veces, se preguntaba si realmente era capaz de volar en la noche. Una tarde, inspirada, decidió que se quedaría despierta. Se sentó junto a Don Sabio y miró el cielo mientras el sol comenzaba a esconderse.
"Hoy me quedaré contigo, Don Sabio. Quiero aprender a volar bajo la luna, aunque me cueste un poco más" - declaró Pía, luchando contra el sueño.
Don Sabio sonrió con orgullo.
"Esa es la actitud correcta, Pía. Recuerda, un vuelo no se trata solo de las alas; se trata del corazón y la mente. Si quieres volar, debes también entender la belleza de la noche" - explicó.
Finalmente, la luna asomó, iluminando el bosque con su suave luz. Pía sentía que sus ojos comenzaban a cerrarse, pero en un momento de valentía, extendió sus alas y voló un poco alrededor de Don Sabio, sintiendo el aire fresco de la noche.
Esa fue su primera vez. ¡Había volado bajo la luna! Pía volvió a la rama, emocionada.
"¡Lo logré, Don Sabio! ¡Pude volar!" - gritó Pía con alegría.
"Sí, Pía, ¡lo hiciste! Pero recuerda, esto es solo el comienzo. La noche puede ser un misterio, pero tienes la luz de la luna para guiarte" - respondió Don Sabio, un brillo de satisfacción en sus ojos.
Así, día tras día, Pía continuó practicando, combinando sus entrenamientos diurnos con las mágicas noches que pasaba volando junto a su amigo el búho. Descubrió que bajo la luz de la luna, el mundo se veía diferente, mágico y lleno de posibilidades.
Y así, una noche, cuando sintió que había adquirido suficiente confianza, alzó el vuelo hacia el corazón del cielo estrellado.
"¡Mirá, Don Sabio! ¡Puedo volar alto!" - gritó mientras surcaba el cielo. Don Sabio reía, maravillado de cómo su alumna había crecido.
"¡Eso es, Pía! ¡Eres libre! Recuerda, el día y la noche son parte de ti. Nunca dejes de practicar y seguir volando hacia tus sueños." - concluyó el búho sabio con una sonrisa.
Desde ese día, Pía se convirtió en la paloma que volaba tanto en el día como en la noche, explorando y descubriendo las maravillas de ambos mundos. Su amistad con Don Sabio se fortaleció y juntos compartieron la hermosa historia de cómo una paloma curiosa aprendió el arte de volar bajo la luz de la luna, demostrando que, a pesar de las dudas y obstáculos, los sueños pueden alcanzar su máxima expresión con perseverancia y corazones valientes.
FIN.