Un Vuelo de Aprendizaje
En un frondoso bosque, donde los árboles se alzaban como gigantes, vivía una ardilla llamada Susi. Era ágil y veloz, pero había algo que la ponía muy nerviosa: cada vez que intentaba saltar de una rama a otra y no lo lograba, se frustraba y se enojaba.
Un día, mientras Susi se preparaba para un gran salto, su amiga la abeja llamada Bibi la observó.
"¡Vamos, Susi! ¡Puedes hacerlo!" - animó Bibi.
"Pero ya lo intenté tantas veces... Siempre caigo. No quiero seguir intentándolo. Es demasiado difícil" - respondió Susi, cruzando los brazos con desdén.
Bibi, que era dulce y paciente, voló hacia su amiga.
"Entiendo que te sientas así, pero, ¿te acuerdas de la primera vez que intentaste subir a ese árbol enorme? No podías, pero no te diste por vencida y ahora mirá lo bien que subís" - dijo Bibi, recordando el momento.
Susi se quedó pensativa, recordando su primera experiencia al escalar aquel árbol. Había sido difícil, pero ahora era capaz de subirlo con gran destreza. Sin embargo, su frustración la mantenía cautiva.
"Sí, pero saltar es diferente..." - protestó la ardilla.
Bibi sonrió y dijo:
"¿Por qué no intentamos otra vez, pero esta vez de una forma diferente? Relax, respira hondo. Vamos a pensar en cómo hacerlo juntas."
Susi miró a Bibi y, aunque tenía sus dudas, sabía que siempre podía contar con ella. Así que, con un poco de inseguridad, empezó a respirar hondo y a relajar sus patas. Bibi le explicó cómo tomar impulso y mirar hacia adelante, no al suelo.
"Voy a contarte un secreto: cada vez que yo vuelo y no llego a mi objetivo, suelo darme un pequeño empujón en el aire y volver a intentarlo, hasta que logro lo que quiero. Así se siente la libertad" - confesó Bibi.
Al escuchar esto, Susi se sintió más aliviada. Se dio cuenta de que el fracaso era parte del viaje y que sus intentos eran una oportunidad de aprendizaje.
Con la ayuda de su amiga, Susi se posicionó para saltar al siguiente nivel. El corazón le latía rápido, pero esta vez, en lugar de concentrarse en el miedo, pensó en lo que Bibi había dicho. Miró hacia adelante, tomó aire y se lanzó. ¡Zas! Con un impulso perfecto, aterrizó suavemente en la rama.
"¡Lo logré!" - gritó Susi, llena de felicidad.
Bibi aplaudió, volando en círculos alrededor de su amiga.
"¡Sí, lo hiciste! ¡Ves que puedes! Ahora solo se trata de seguir intentando y no rendirse" - la animó.
Emocionada por su logro, Susi sintió que sus dudas se desvanecían. Decidió seguir intentando saltar entre ramas. Cada salto que hacía era cada vez más alto y más seguro. Pero en una de esas, cuando se preparaba para el siguiente salto, se distrajo y no calculó bien.
"¡No!" - gritó Susi mientras caía, pero, en lugar de sentirse frustrada, recordó las enseñanzas de Bibi. "Está bien, volveré a intentarlo!" - se dijo a sí misma.
Con renovada energía y la ayuda de su amiga, se lavó la caída como un resbalón y comenzó de nuevo. Esta vez, con más confianza y alegría. Después de algunas pruebas, logró una acrobacia que nunca había hecho antes: saltó hacia atrás, dando una vuelta en el aire, y aterrizó como una campeona.
"¡Increíble! ¡Susi, sos una artista!" - exclamó Bibi, llena de admiración.
Ambas celebraron juntas, danzando en el aire. La abeja le había enseñado a la ardilla que es normal caer, pero también que lo maravilloso está en levantarse y seguir intentándolo.
"Vamos a festejar, amiga. Empezaremos una tradición: cada vez que logremos algo, lo celebraremos. ¡Seremos las reinas del bosque!" - propuso Susi.
Bibi estuvo de acuerdo, y las dos amigas se llenaron de alegría mientras un grupo de mariposas se unía a su celebración. Rieron, volaron y saltaron hasta que el sol comenzó a esconderse detrás de los árboles, creando un hermoso atardecer.
Esa noche, mientras ambas se acomodaban en sus casas, Susi se quedó pensando en lo importante que había sido aprender a perseverar con la ayuda de Bibi. Desde ese día, nunca más se rindió frente a un desafío una vez que se lo proponía.
Y así, la ardilla y la abeja vivieron muchas más aventuras en el bosque, siempre recordando que la clave estaba en no rendirse y en celebrar cada pequeño logro juntas.
FIN.