Un vuelo hacia el éxito



Había una vez una niña llamada Sofía que vivía en una pequeña casa en el campo rodeada de árboles y flores.

Un día, mientras jugaba afuera, escuchó un zumbido muy fuerte y al mirar hacia arriba, vio a un colibrí volando cerca de ella. -¡Hola pequeño colibrí! -dijo Sofía emocionada. El colibrí se posó sobre una flor cercana y comenzó a beber su néctar. Sofía observaba fascinada cómo sus alas batían tan rápido que parecían desaparecer.

-¡Qué hermoso eres! -exclamó la niña-. ¿Cómo te llamas? -Soy Tito -respondió el colibrí con voz aguda-. ¿Y tú quién eres? -Soy Sofía. Vivo aquí en esta casa con mi familia.

¿Quieres jugar conmigo? Tito aceptó encantado y juntos corrieron por el campo saltando entre las flores. De repente, Tito se detuvo frente a un árbol y señaló hacia arriba. -¿Ves ese nido allá arriba? -preguntó el colibrí-. Es mi hogar.

Sofía miró hacia donde apuntaba Tito y vio un pequeño nido hecho de ramitas y hojas suspendido en las ramas del árbol. -¡Es tan lindo! -dijo la niña admirada-. ¿Puedo verlo más de cerca? Tito asintió y juntos volaron hasta el nido.

Allí dentro había dos huevitos blancos que pronto se convertirían en polluelos como Tito. -¡Qué maravilla! -exclamó Sofía-. Nunca había visto algo así.

Tito explicó a Sofía cómo su mamá y papá colibrí se turnaban para cuidar los huevitos hasta que nacieran los polluelos. También le contó cómo ellos mismos aprendían a volar y buscar alimento poco después de salir del huevo.

Sofía escuchaba atentamente y se dio cuenta de lo importante que era el trabajo en equipo y la dedicación en la vida de un colibrí. De repente, Tito levantó vuelo y comenzó a alejarse. Sofía lo siguió con la mirada mientras desaparecía entre las flores.

-¡Adiós Tito! ¡Gracias por enseñarme tanto hoy! -gritó Sofía mientras agitaba su mano en el aire. Desde ese día, Sofía visitaba el nido de Tito diariamente para ver cómo crecían los polluelos. Aprendió mucho sobre la naturaleza y la importancia de cuidarla.

Y aunque nunca volvió a ver a Tito, sabía que siempre estarían conectados por aquel día mágico en el campo donde un pequeño colibrí le enseñó grandes lecciones sobre la vida.

FIN.

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