Un vuelo hacia la felicidad
Había una vez un pequeño T-rex llamado Tomás, que vivía en el bosque prehistórico junto a su familia. Aunque era pequeño, Tomás tenía grandes sueños y siempre se preguntaba qué pasaría si él pudiera volar como los pájaros.
Un día, mientras exploraba el bosque con su amigo Triceratops, Tomás encontró un misterioso huevo brillante. Sin pensarlo dos veces, decidió cuidarlo y esperar a que naciera lo que había dentro.
Pasaron los días y finalmente llegó el momento tan esperado. Del huevo salió un adorable pterodáctilo llamado Pedro. Desde ese momento, Pedro y Tomás se convirtieron en los mejores amigos y juntos comenzaron a vivir increíbles aventuras.
Un día, mientras jugaban cerca de un río, Tomás le dijo a Pedro: "¿Te imaginas cómo sería si yo también pudiera volar? Podríamos explorar todo el mundo desde las alturas".
Pedro sonrió y respondió: "¡Sería genial! Pero recuerda que aunque no puedas volar físicamente como yo, tienes muchas otras habilidades especiales". Tomás quedó pensativo por un momento y luego exclamó emocionado: "¡Tienes razón! ¡Soy fuerte y rápido! Tal vez no pueda volar literalmente, pero puedo correr más rápido que cualquier otro dinosaurio".
Con su nueva perspectiva de las cosas, Tomás decidió entrenarse para convertirse en el dinosaurio más veloz del bosque. Todos los días practicaba corriendo por colinas empinadas e incluso participaba en carreras con otros dinosaurios.
Poco a poco, Tomás fue mejorando y ganando más confianza en sí mismo. Su determinación y esfuerzo no pasaron desapercibidos y pronto se convirtió en el campeón de carreras del bosque prehistórico.
Un día, mientras celebraban su victoria, Tomás recordó lo importante que era tener amigos que te apoyen en tus sueños. Se acercó a Pedro y le dijo: "Gracias por ayudarme a darme cuenta de mis habilidades especiales. Aunque no pueda volar como tú, me siento feliz siendo el dinosaurio más veloz".
Pedro sonrió y respondió: "Siempre estaré aquí para apoyarte, amigo mío. Recuerda que cada uno de nosotros tiene algo único que nos hace especiales". Desde entonces, Tomás continuó corriendo con alegría por el bosque prehistórico.
Si bien nunca pudo volar como Pedro, aprendió a valorar sus propias habilidades y a ser feliz siendo quien era. Y así concluye la historia del pequeño T-rex llamado Tomás, quien descubrió que no siempre necesitas hacer lo mismo que los demás para destacarte.
Lo importante es amarte a ti mismo y encontrar tu propia forma especial de brillar en este mundo tan maravilloso.
FIN.