Un zorro en apuros



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Arcoiris, dos hermanos muy unidos llamados Juan y Francisco. Les encantaba pasar tiempo juntos y disfrutaban especialmente de sus caminatas por el bosque cercano a su casa.

Cada tarde, al caer el sol, salían juntos a recorrer los senderos entre los árboles, riendo y compartiendo historias. Una tarde soleada, Juan y Francisco se prepararon para su caminata diaria al bosque.

Empacaron unas galletas y jugo en una mochila, listos para vivir otra aventura juntos. Mientras caminaban entre los árboles altos y frondosos, escucharon un ruido extraño proveniente de lo profundo del bosque. - ¿Escuchaste eso, Juan? -preguntó Francisco con curiosidad.

- Sí, suena como si alguien estuviera llorando. ¡Vamos a ver qué pasa! -respondió Juan emocionado por la idea de resolver un misterio.

Los hermanos siguieron el sonido hasta llegar a un claro en el bosque donde encontraron a un pequeño zorro atrapado entre las ramas de un arbusto espinoso. El zorro parecía asustado y no podía liberarse por sí solo. - Pobrecito zorrito, tenemos que ayudarlo -dijo Francisco con preocupación. Juan asintió con determinación y juntos trabajaron para liberar al zorro con cuidado.

Una vez libre, el animalito los miró agradecido antes de correr hacia la seguridad del bosque. De repente, el cielo se oscureció rápidamente y una tormenta amenazaba con caer sobre ellos.

Los hermanos sabían que debían regresar a casa antes de que empezara a llover fuerte. Corrieron lo más rápido que pudieron pero se dieron cuenta de que se habían desviado del camino habitual y estaban perdidos en medio del bosque oscurecido por las nubes negras.

- ¡No sé cómo volver! ¡Estamos perdidos! -exclamó Francisco angustiado. Juan recordó algo importante: siempre llevaba consigo una brújula en su bolsillo durante sus caminatas. La sacó rápidamente e identificó la dirección correcta para regresar a casa.

Siguiendo las indicaciones de la brújula, los hermanos lograron encontrar el camino de regreso justo a tiempo antes de que la lluvia comenzara a caer con fuerza sobre ellos. Llegaron empapados pero seguros a su hogar donde fueron recibidos calurosamente por sus padres preocupados.

Esa noche aprendieron dos lecciones importantes: la importancia de ayudar a quienes lo necesitan sin dudarlo y la necesidad de estar preparados ante cualquier situación llevando consigo herramientas útiles como una brújula en caso de emergencia.

Desde ese día, Juan y Francisco siguieron disfrutando de sus caminatas por el bosque pero ahora lo hacían aún más conscientes del valor de trabajar juntos y estar preparados para cualquier eventualidad que pudiera surgir en su camino.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!