Una Amistad Asombrosa
En un mágico bosque, vivía un tigre llamado Timo, que tenía una hermosa piel anaranjada con rayas negras. Era el más ágil de todos los animales del bosque, pero también el más curioso. Un día, mientras exploraba una parte del bosque que nunca había visitado, se encontró con un gran dinosaurio que paseaba tranquilamente.
El dinosaurio, llamado Dino, era un enorme brontosaurio de cuello largo, que comía hojas de los árboles más altos.
"¡Wow! Nunca vi un animal tan grande como vos!" exclamó Timo.
"¡Hola! Soy Dino, el brontosaurio. ¿Quién sos vos?" respondió el dinosaurio, con una sonrisa.
Timo, intrigado y emocionado, decidió acercarse un poco más. Pero tenía miedo, así que en lugar de acercarse, aulló.
"¡Hola, Dino! ¡Soy Timo, el tigre!"
Dino, sorprendido por la pequeña criatura que le hablaba, rió y movió su largo cuello, haciendo que algunas hojas cayeran.
"Te ves un poco asustado, pequeño tigre. ¿Tienes hambre?" preguntó Dino.
"No, no tengo hambre, pero me gustaría ser tu amigo. ¿Te gustaría jugar conmigo?" dijo Timo, con su corazón latiendo rápido.
Dino, emocionado por la propuesta, respondió:
"Claro, sería genial! Pero ten cuidado, soy muy grande y a veces puedo tropezar."
Así, comenzó una extraordinaria amistad. Los días pasaron, y Timo y Dino se encontraban cada día para jugar en el bosque. Timo se subía a la espalda de Dino, y con la altura podía ver todas las maravillas del bosque. Pero también había algo que Timo anhelaba: quería enseñarle a Dino a correr y saltar.
Un día, Timo sugirió:
"Dino, ¡deberías intentar correr! ¡Es divertido!"
"No sé si puedo, soy muy grande, podría caerme y hacer un gran estruendo", respondió Dino, un poco inseguro.
Timo, decidido a ayudar a su amigo, dijo:
"¡Yo te puedo ayudar! Empecemos poco a poco. Vamos a caminar rápido."
Esa tarde, los dos amigos comenzaron su entrenamiento. Timo mostró a Dino cómo mover sus patas de una forma rápida. Al principio, Dino avanzaba muy despacio, pero Timo lo animaba:
"¡Vamos, podés hacerlo! ¡Eres más fuerte de lo que crees!"
Después de unas semanas, Dino se volvió más ágil y podía correr, aunque trotando de manera graciosa. Casi todos los animales del bosque se unieron a la diversión y los miraban jugar con alegría.
Sin embargo, un día, algo extraño sucedió. Una tormenta se desató repentinamente y un gran árbol se cayó, bloqueando el camino hacia el lago, donde todos los animales solían reunirse y jugar.
"¡Oh no! No podemos dejar que eso nos detenga!" dijo Timo, mirando cómo se reunían los animales.
"Pero yo soy muy grande. No puedo moverlo, y eso significa que no podremos jugar más", dijo Dino, desanimado.
Timo, buscando una solución, exclamó:
"¡Esperá! Si unimos fuerzas, tal vez podamos moverlo juntos!"
Dino miró a Timo y un rayo de esperanza brilló en su mirada.
"Claro, juntos somos más fuertes!"
Los dos amigos, junto con todos los demás animales, empujaron el árbol con todas sus fuerzas. Dino usó su gran peso y Timo aplicó su agilidad. Finalmente, después de un gran esfuerzo, lograron mover el árbol.
"¡Lo logramos! Somos un gran equipo!" gritó Timo.
"¡Sí! ¡Gracias por no rendirte y por convencerme de unirme!" respondió Dino lleno de alegría.
Desde ese día, nunca volvieron a dudar de lo que podían lograr juntos. Aprendieron que la fuerza viene en muchas formas y que la verdadera amistad se basa en ayudarse mutuamente. Timo y Dino continuaron explorando el bosque, creando recuerdos y superando juntos cualquier obstáculo. Y así, en su mágico bosque, un tigre y un dinosaurio demostraron que, aunque diferentes, podrían hacer grandes cosas juntos.
Y así, cada vez que alguien les preguntaba sobre su amistad, sonreían y decían:
"¡La amistad no tiene tamaños ni formas!"
FIN.