Una Amistad de Ayer y Hoy



Érase una vez en un prado lleno de flores coloridas, una abeja llamada Ana. Ana era curiosa y siempre volaba de flor en flor, disfrutando del néctar y enseñando a sus amigas sobre la importancia de las plantas en el ecosistema. Un día, mientras exploraba una parte del campo que nunca había visitado, encontró una pequeña cabaña vieja y descascarada.

Cuando Ana se acercó, un viento helado sopló de repente y, para su sorpresa, un fantasma apareció ante ella. Era un fantasma amable llamado Mateo, que llevaba 400 años atrapado en la cabaña sin poder salir.

"¡Hola! No te asustes, soy solo un fantasma" - dijo Mateo con una voz suave.

"¡Hola! ¡No, no estoy asustada! Solo que nunca había visto un fantasma antes" - respondió Ana, un poco intrigada.

Mateo explicó que estaba condenado a permanecer en la cabaña hasta que alguien lograra ayudarlo a cumplir su última voluntad: enseñarles a los seres vivos la importancia del cuidado del medio ambiente.

"Si logras que cuatro seres vivos (puede ser cualquier animal o planta) entiendan lo que significa cuidar el planeta, podré descansar en paz" - dijo Mateo.

Ana, muy generosa y llena de energía, decidió ayudar a Mateo. Se le ocurrió una idea brillante.

"Voy a organizar una gran reunión en el prado. ¡Invitaré a todas mis amigas las abejas y otros habitantes del prado!" - exclamó.

Ana voló rápidamente, invitando a cada bichito que encontraba. Al final del día, una multitud llena de coloridos insectos, aves y hasta algunos ciervos se reunió en el prado. Todos estaban emocionados, y Ana se puso al frente.

"Queridos amigos, hoy vamos a aprender sobre la importancia de cuidar nuestro hogar. Mateo, el fantasma, necesita nuestra ayuda para cumplir su última voluntad y así podremos tener un nuevo amigo en el cielo" - explicó Ana.

Los animales estaban atentos mientras Mateo les contaba sobre la contaminación, la deforestación y la necesidad de proteger a las abejas y otros seres vivos. Poco a poco, comenzaron a entender lo que significaba cuidar la tierra.

Después de un rato, los participantes hicieron una promesa.

"¡Prometemos cuidar el ambiente y ayudar a que nuestro hogar sea un lugar mejor!" - gritaron todos.

Mateo sonrió, sintiéndose lleno de alegría, y con una voz melodiosa dijo:

"¡Han cumplido mi último deseo! ¡Ahora puedo descansar en paz!"

El fantasma se desvaneció en un brillo de luces, dejando a Ana y a todos los animales con una sensación cálida en el corazón. Ahora, cada vez que alguien se acercaba a esa parte del prado, podían sentir la suave brisa de Mateo saludando.

Desde ese día, Ana y sus amigas abeja trabajaron incansablemente para educar a otros sobre el cuidado del planeta. Cada vez que sembraban flores o limpiaban el prado, sentían que Mateo las acompañaba.

Y así, Ana, junto a sus amigos del prado, vivieron felices, creando un mundo más hermoso y amigable para todos. ¡Y cada vez que una flor florecía, se decía que era un nuevo regalo de Mateo, el fantasma que se convirtió en una leyenda viva en el corazón de los habitantes del prado!

FIN.

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