Una amistad en crecimiento



Luna se despertó con el corazón apretado. Sabía que ese día de escuela sería difícil, ya que su compañera Florencia siempre le hacía la vida imposible.

A pesar de que a Luna le encantaba la escuela y aprender cosas nuevas, temía enfrentarse a los constantes ataques de Florencia. Al llegar al colegio, Luna intentó pasar desapercibida. Sin embargo, en cuanto entró al salón, Florencia la señaló y empezó a burlarse de ella frente a todos sus compañeros.

"¡Miren quién decidió venir hoy! La ratoncita asustada", dijo Florencia con una sonrisa maliciosa. Luna sintió un nudo en la garganta y las lágrimas amenazaron con salir. Tragando saliva, decidió enfrentar la situación de una vez por todas.

"Floren, ¿por qué siempre me molestabas? ¿Qué te hice yo para merecer esto?", preguntó Luna con valentía. Florencia se quedó sorprendida por la actitud de Luna. Nadie antes se le había plantado de esa manera. "Yo...

yo no sé... supongo que me divertía viéndote sufrir", admitió Florencia tímidamente. Las palabras sinceras de Florencia impactaron a Luna. Comprendió que su compañera actuaba así porque quizás tenía problemas en casa o simplemente estaba pasando por un mal momento.

"Floren, entiendo que quizás tenés tus motivos para comportarte así, pero eso no justifica lastimar a los demás. Podemos solucionar esto juntas si querés", propuso Luna extendiéndole la mano a Florencia.

La mirada confundida de Florencia dio paso a una expresión más amigable. Lentamente tomó la mano de Luna y asintió tímidamente. A lo largo del día, Luna y Florencia trabajaron juntas en varias actividades escolares. Descubrieron que tenían gustos similares y compartieron risas genuinas.

Al finalizar las clases, ambas se despidieron con una sonrisa sincera en el rostro. Los días siguientes transcurrieron sin conflictos entre ellas dos. Luna demostró comprensión hacia Florencia e incluso logró convertirla en su amiga más cercana en el colegio.

Juntas aprendieron sobre empatía, comunicación y respeto mutuo. Con el tiempo, las travesuras de Florencia se convirtieron en juegos divertidos entre amigas inseparables como eran ahora.

Y Luna descubrió que incluso las situaciones más difíciles podían transformarse cuando uno decide enfrentarlas desde el amor y la comprensión. Desde entonces, cada día en el colegio era una aventura emocionante para Luna y Florencia; dos niñas dispuestas a crecer juntas aprendiendo valores importantes que les servirían toda la vida.

FIN.

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