Una amistad en la sabana



Había una vez en la hermosa sabana africana, un león llamado Rey y un mono llamado Hambre. Ambos eran grandes amigos y vivían aventuras juntos.

Un día, mientras exploraban el bosque, Rey comenzó a sentir un fuerte rugido proveniente de su estómago. "¡Ay, Hambre! Tengo tanta hambre que podría devorar a un elefante", dijo el león con tristeza. "Tranquilo, Rey. Seguro encontraremos algo delicioso para comer", respondió Hambre intentando ser optimista.

Caminaron por horas pero no lograron encontrar ninguna presa para saciar su apetito. Estaban desanimados y cansados cuando escucharon unos ruidos extraños detrás de los arbustos. Se acercaron sigilosamente y se encontraron con una manada de cebras jugando cerca de un río cristalino.

Rey y Hambre salivaban al ver a las cebras tan cerca, pero también sabían que cazarlas no sería fácil. Decidieron idear un plan para atraparlas sin hacerles daño.

"Hambre, tú te subirás a mi espalda y fingiremos que soy tu domador", susurró Rey emocionado por la idea. Así lo hicieron: Rey caminaba majestuosamente hacia las cebras mientras Hambre hacía piruetas sobre su lomo y lanzaba plátanos al aire como si fueran malabares.

Las cebras quedaron fascinadas por aquel espectáculo inusual en medio de la selva africana. Mientras tanto, Rey aprovechó para acercarse sigilosamente a ellas hasta tenerlas rodeadas. "¡Ahora, Hambre! Lanza los plátanos hacia la orilla del río", ordenó Rey en voz baja.

Hambre obedeció y las cebras, siguiendo el rastro de los plátanos, corrieron hacia la orilla. Pero lo que no sabían era que habían caído en una trampa: una red gigante oculta bajo las hojas secas.

Rey y Hambre se miraron emocionados al ver su plan funcionar. Liberaron a las cebras de la red y les explicaron su situación. "Lo siento mucho por asustarlas, pero estábamos tan hambrientos que necesitábamos encontrar algo para comer", explicó Rey con sinceridad.

Las cebras entendieron la situación y decidieron ayudarlos. Les mostraron un lugar secreto donde había árboles llenos de frutas exquisitas. Allí compartieron un banquete delicioso y se hicieron amigos inseparables.

A partir de ese día, Rey y Hambre aprendieron que trabajar juntos y usar su ingenio les permitía encontrar soluciones incluso en los momentos más difíciles. Prometieron nunca más cazar a ningún animal, sino buscar siempre alternativas pacíficas para alimentarse.

Y así fue como el león Rey y el mono Hambre vivieron felices aventuras en la sabana africana, siempre recordando aquel día en el que descubrieron que con amistad e inteligencia podían superar cualquier obstáculo.

FIN.

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