Una amistad encestadora


Valentina era una niña alegre y activa que amaba jugar al BasketBall. Todos los días se levantaba temprano para practicar sus tiros y mejorar su técnica en la cancha del parque cercano a su casa.

Un día, mientras jugaba con sus amigos, Valentina notó que había un niño nuevo en el barrio. Era un poco tímido y parecía no conocer a nadie. Valentina decidió acercarse y presentarse.

"¡Hola! Soy Valentina, ¿y tú cómo te llamas?"- preguntó amablemente. "Soy Martín"- respondió el niño tímidamente. Valentina notó que Martín tenía una pelota de basket vieja y desgastada, así que decidió invitarlo a jugar con ellos.

Los demás niños aceptaron encantados y pronto todos estaban divirtiéndose juntos en la cancha. Después de un rato, Martín le preguntó a Valentina si podía enseñarle algunos trucos para mejorar su juego.

A pesar de ser muy buena jugando al BasketBall, Valentina sabía que siempre había algo nuevo por aprender, así que aceptó encantada. Durante las siguientes semanas, Valentina pasó mucho tiempo entrenando con Martín. Descubrió nuevos movimientos y mejoró aún más su técnica gracias a los consejos del chico nuevo.

Además, se hizo muy buena amiga de él y lo incluyó siempre en sus juegos con los demás niños del barrio.

Un día, mientras practicaban juntos en solitario en la cancha vacía del parque, Martín confesó algo importante: él había sido víctima de bullying en su escuela anterior y por eso se había mudado con su familia al barrio. Valentina lo escuchó atentamente y le prometió que siempre estaría allí para él, para protegerlo y apoyarlo.

A partir de ese momento, Valentina hizo todo lo posible por ayudar a Martín a integrarse en el grupo de amigos del barrio.

Organizó juegos en los que todos pudieran participar, invitó a Martín a su casa para jugar videojuegos y ver películas juntos, e incluso habló con sus padres para que invitaran a la familia de Martín a una cena en su hogar. Gracias al esfuerzo y dedicación de Valentina, Martín comenzó a sentirse más cómodo en su nuevo hogar.

Se hizo amigo de todos los niños del barrio y aprendió mucho sobre BasketBall gracias a las enseñanzas de Valentina. Al final del día, ambos se dieron cuenta de que habían encontrado algo muy valioso: una amistad sincera basada en el respeto, la solidaridad y la empatía.

Y aunque no sabían qué les depararía el futuro, estaban seguros de que juntos podrían enfrentar cualquier desafío que se presentara. Valentina aprendió una gran lección: nunca subestimar el poder transformador del amor y la amistad verdadera.

Gracias a ella pudo ayudar a un niño nuevo en el barrio mientras mejoraba sus habilidades jugando al BasketBall.

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