Una amistad especial



Érase una vez una niña llamada Evelyn que vivía con sus padres en un pequeño barrio lleno de árboles y amigos. Evelyn siempre había soñado con tener una mascota. La idea de un compañero animal la llenaba de alegría. Sin embargo, su mamá tenía otras ideas y siempre le decía:

"Evelyn, una mascota es mucha responsabilidad. ¿Y si no puedes cuidarla?"

"Pero mamá, yo prometo que la cuidaré y le daré todo mi amor" - respondía Evelyn con esperanza.

Un día, mientras volvía de la escuela, Evelyn vio algo moverse entre las hojas. Al acercarse, descubrió a una pequeña perrita con un pelaje marrón y manchitas blancas. La perrita la miraba con ojos grandes y tiernos.

"¡Hola, amiguita!" - le dijo Evelyn, agachándose para acariciarla.

"¿Quieres venir conmigo?" - la niña le sonrió, sintiendo que esa perrita tenía algo especial.

Evelyn decidió que no podía dejar a la perrita sola en la calle. La levantó en brazos y empezó a caminar de regreso a casa. Cuando llegó, su madre la esperó en la puerta con una expresión de sorpresa y un poco de enojo.

"¿Qué has traído, Evelyn?" - preguntó su madre, arqueando una ceja.

"Mamá, la encontré en la calle. Se llama Muñeca, ¡es preciosa!" - insistió la niña mientras le mostraba a la perrita.

Su madre suspiró con preocupación.

"No podemos quedarnos con un perro, Evelyn. Ya hablamos de eso."

Pero, para su sorpresa, su padre entró en la conversación.

"Querida, quizás podamos hacer una excepción esta vez. Si Evelyn se encarga de Muñeca, tal vez valga la pena intentarlo".

La madre miró a su esposo, y tras unos momentos de silencio, decidió ceder.

"Está bien, solo por esta vez. Pero deberán establecer reglas claras sobre su cuidado".

Evelyn saltó de alegría.

"¡Gracias, mamá! ¡Gracias, papá! Prometo cuidar de Muñeca todos los días!"

Y así, Muñeca se convirtió en parte de la familia. Evelyn estaba emocionada, pero pronto se dio cuenta de que tener una mascota era más que solo jugar. Todos los días debía alimentarla, sacarla a pasear y darle amor.

Un día, mientras paseaban, Evelyn y Muñeca encontraron un grupo de niñas que estaban tristes porque su pelota se había atascado en un árbol. Evelyn sintió ganas de ayudar y dijo:

"¡Vamos, Muñeca! Podemos ayudarles!"

Se acercó a las niñas y les preguntó:

"¿Quieren que intentemos sacar la pelota?"

Las niñas miraron a Evelyn con esperanza. Usando su ingenio, Evelyn se subió a un tronco bajo y, con la ayuda de Muñeca, logró empujar la pelota con un palo hasta que cayó al suelo. Las risas llenaron el aire y las niñas aplaudieron.

"¡Eres una heroína, Evelyn!" - dijo una de ellas.

"Y Muñeca fue parte del equipo" - añadió otra.

Desde ese día, Evelyn se dio cuenta de que tener una mascota no solo era una cuestión de jugar. Ella había creado un vínculo de amistad con Muñeca y, juntas, podían hacer cosas increíbles.

Con el tiempo, su madre empezó a notar lo responsable que estaba siendo Evelyn. Un sábado, se acercó a su hija y le dijo:

"Evelyn, creo que has demostrado que puedes cuidar de Muñeca. Estoy orgullosa de ti".

Evelyn sonrió y respondió:

"Gracias, mamá. Muñeca es mi mejor amiga y quiero cuidar de ella siempre".

El tiempo pasó y las aventuras de Evelyn y Muñeca continuaron. Juntas fueron a paseos en el parque, jugaron con otros niños y aprendieron sobre la responsabilidad y la amistad. Así, Evelyn no solo encontró una mascota, sino que también descubrió lo que significa cuidar y amar a alguien más.

Y cada vez que alguien le preguntaba cómo había encontrado a Muñeca, ella respondía:**

"La encontré en la calle, pero ella me encontró a mí. ¡Y no puedo imaginar mi vida sin ella!"

Y así, vivieron felices y llenas de amor, creando nuevas historias cada día en su pequeña aventura llamada vida.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!