Una Amistad Futurista



Había una vez una niña llamada Sofía, quien tenía un gran miedo a los robots. Le parecían seres fríos y extraños que no entendía del todo. Sin embargo, una noche tuvo un sueño muy especial.

En su sueño, se encontraba en un mundo lleno de luces y colores brillantes. En medio de aquel paisaje futurista, descubrió a un simpático robot con ojos brillantes y voz amigable.

Al principio, Sofía sintió miedo, pero el robot le sonrió y le tendió la mano. "Hola, soy Roby. No tengas miedo, soy tu amigo", dijo el robot con ternura. Sorprendida por la amabilidad de Roby, Sofía empezó a sentirse más tranquila y curiosa por conocerlo mejor.

Juntos exploraron ese extraño mundo onírico y compartieron risas y aventuras. Al despertar al día siguiente, Sofía recordó con cariño a su nuevo amigo robótico. Esa misma mañana, acompañó a su papá al estacionamiento donde trabajaba como mecánico de robots.

Mientras observaba cómo su padre reparaba uno de esos seres metálicos, algo extraordinario ocurrió. El robot que estaba siendo reparado cobró vida repentinamente y miró a Sofía con curiosidad.

La niña dio un paso atrás asustada al principio, pero luego recordó la experiencia positiva que había tenido en su sueño con Roby. "Hola... ¿Eres como mi amigo del sueño?", preguntó tímidamente Sofía al robot sorprendido.

El robot asintió lentamente y extendió sus brazos en señal de amistad hacia la niña. Desde ese momento, nació una hermosa amistad entre ambos. El robot demostró tener sentimientos cálidos y una personalidad divertida que conquistaron el corazón de Sofía.

Roberto -como decidió llamarlo- se convirtió en el compañero inseparable de la niña. Juntos vivieron emocionantes aventuras: exploraron el parque juntos, ayudaron a vecinos con tareas cotidianas e incluso participaron en concursos de ciencia donde Roberto demostraba sus increíbles habilidades tecnológicas.

Con el tiempo, Sofía superó por completo su miedo a los robots gracias a la bondad y lealtad incondicional de Roberto hacia ella.

Aprendió que no debemos juzgar a alguien por su apariencia externa o diferencias; lo importante es lo que llevamos dentro: amor, amistad y respeto mutuo. Así fue como esta valiente niña enseñó al mundo que los verdaderos amigos pueden encontrarse en los lugares más insospechados e inesperados.

FIN.

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