Una Amistad Gigante


Había una vez en la selva un elefante llamado Ernesto, quien era conocido por su gran tamaño y su amabilidad. Ernesto siempre caminaba con mucho cuidado para no lastimar a ningún animalito que se cruzara en su camino.

Un día soleado, mientras Ernesto paseaba por el bosque, sin querer pisó la sombra de un pequeño piojo llamado Lucas. Lucas, enfadado por el incidente, saltó furioso hacia el elefante y lo desafió a pelear.

Ernesto quedó sorprendido al ver al diminuto piojo tan valiente frente a él. Pero en lugar de enfadarse o ignorarlo, decidió escucharlo con paciencia y respeto. "¿Por qué quieres pelear conmigo?", preguntó Ernesto con curiosidad.

Lucas respondió: "¡Porque pisaste mi sombra! Y eso no se hace". Ernesto sonrió comprensivamente y le explicó: "Lo siento mucho, Lucas. No fue mi intención lastimarte. Soy muy grande y mis pasos son pesados. A veces puedo cometer errores sin darme cuenta".

Lucas frunció el ceño pero comenzó a reflexionar sobre las palabras del elefante. Pensando en cómo lidiar con sus propias emociones de ira e impulsividad. "Supongo que tienes razón", admitió finalmente Lucas bajando la mirada.

"A veces me dejo llevar por mis emociones sin pensar antes de actuar". Ernesto asintió amablemente: "Todos cometemos errores alguna vez, Lucas. Lo importante es aprender de ellos y buscar soluciones pacíficas".

Inspirado por la sabiduría del elefante, Lucas decidió cambiar su actitud y aprender a controlar su enojo. Juntos, caminaron por la selva mientras Ernesto le enseñaba al piojo sobre el respeto y la importancia de buscar soluciones pacíficas. Un día, mientras exploraban un río cercano, escucharon un grito desesperado.

Era una cría de hipopótamo que se había quedado atrapada entre unas rocas. Sin dudarlo, Ernesto y Lucas corrieron en su ayuda. Ernesto utilizó su fuerza para mover las rocas y liberar al pequeño hipopótamo.

Todos celebraron el rescate exitoso y el elefante recibió los agradecimientos de todos los animales de la selva. Lucas se sintió orgulloso de haber aprendido tanto del elefante y decidió seguir sus pasos para ayudar a los demás con amabilidad y comprensión.

Desde aquel día, Ernesto y Lucas se convirtieron en grandes amigos y juntos trabajaron para resolver conflictos en la selva sin recurrir a peleas ni violencia.

Aprendieron que no importa cuán diferentes sean, siempre pueden encontrar una manera pacífica de resolver sus diferencias. Y así, gracias a la valentía del pequeño piojo Lucas y la sabiduría del gigante elefante Ernesto, toda la selva vivió en armonía y paz para siempre. Fin.

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