Una Amistad Inesperada



En una lejana selva, un majestuoso león llamado Leo se dormía bajo un frondoso árbol. Mientras tanto, un pequeño ratón llamado Raty corría por allí, buscando algo de comer para su desayuno. De repente, Raty sin querer, corrió sobre la pata de Leo, despertándolo de su siesta.

"¡Oye! ¿Qué haces, pequeño atrevido?" rugió Leo, abriendo sus ojos grandes y furiosos.

"Lo siento, lo siento mucho, rey de la selva. No te vi. No quería molestarte," respondió Raty temblando de miedo.

"Eres un insignificante ratón. ¿No sabes que podría aplastarte con un solo golpe?"

"Sí, lo sé. Pero por favor, no lo hagas. Te prometo que no volveré a hacerte esto. Soy solo un ratón hambriento."

Leo miró al pequeño ratón y, aunque estaba enojado, una parte de él se sintió compasivo.

"Está bien, pero recuerda que debes tener más cuidado la próxima vez."

"¡Gracias, gracias! Eres muy generoso, rey Leo. Te lo prometo, no volverá a pasar," exclamó Raty, aliviado.

A partir de ese día, el ratón y el león se encontraron a menudo. A pesar de sus diferencias, comenzaron a hablar y hacerse amigos. Leo compartía historias de su vida como rey de la selva, mientras que Raty contaba sobre su vida entre los arbustos y la carrera por la comida. A cada día que pasaba, su amistad crecía.

Un día, mientras paseaban juntos, se encontraron con una tetera antigua y polvorienta en medio del camino.

"Mirá, Raty, ¿qué será eso?" preguntó Leo.

"No lo sé, pero parece interesante. ¿Querés abrirla?" dijo Raty emocionado.

Leo usó su garra para abrir la tetera y de repente, un vapor comenzó a salir de ella. Por un momento, ambos se asustaron, pero luego vieron que del vapor emergió un duende.

"¡Hola, amigos! Soy el duende de la tetera. Estoy aquí para concederles un deseo, pero deben usarlo sabiamente," dijo el duende.

Leo, entusiasmado, pensó en pedir un gran banquete.

"Yo deseo... ¡una montaña de carne!"

"No, espera, Leo. No creo que eso sea lo correcto," interrumpió Raty.

"¿Y qué es lo correcto?" preguntó Leo, curioso.

"Podríamos desear algo que nos ayude a todos en la selva. Un lugar donde todos puedan sentirse seguros y tener comida suficiente. Eso haría felices a más amigos,” sugirió Raty.

Leo reflexionó. Passear por la selva le había mostrado que muchos animales padecían hambre y miedo diariamente.

"Tienes razón, amigo. ¡Sé qué deseo!"

"¿Qué?" preguntó Raty emocionado.

"Deseo un refugio seguro y abundante comida para todos los animales de la selva."

El duende sonrió y chasqueó los dedos. Una hermosa cueva se materializó, llena de frutos, carne y agua fresca.

"Aquí tienen, amigos. Su deseo ha sido concedido. Compartan la abundancia con todos los animales. Ahora, ¡deben cuidarlo!"

Leo y Raty regresaron a la selva, felices de haber hecho el deseo correcto.

"¡Mirá, Leo! Todos los animales vienen hacia la cueva. Podemos ayudarlos y ser buenos amigos. Esto es increíble!"

A partir de ese día, su refugio se convirtió en un lugar donde todos se sentían bienvenidos y aprendieron el valor de la amistad y la generosidad.

Leo y Raty nunca olvidaron la lección que aprendieron: a veces un pequeño amigo puede enseñarte más de lo que imaginas.

"Gracias, Raty. Tengo que reconocer que a veces, los más grandes no ven lo que está delante de sus ojos. La amistad y la bondad son más fuertes que cualquier fuerza,” dijo Leo.

"Y cuidarnos unos a otros es lo más importante. ¡Siempre seremos amigos, Rey Leo!" respondió Raty con una sonrisa.

Y así, la amistad entre el gran león y el pequeño ratón enseñó a todos en la selva que los valores de la amistad, la solidaridad y compartir son lo que realmente importa. Fue una lección que nunca olvidarán.

La selva se llenó de alegría y la amistad entre Leo y Raty fue un faro de esperanza para todos.

FIN.

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