Una Amistad Inesperada



Había una vez, en un hermoso bosque, un lobo llamado Lino que había encontrado refugio en una vieja cabaña. Esta cabaña estaba situada justo al lado de la casa de un cazador llamado Don Andrés. Lino era un lobo curioso, pero también muy solitario. Evitaba a los humanos porque siempre había escuchado historias aterradoras sobre cazadores.

Un día, mientras Lino exploraba el bosque, se sintió muy hambriento. En su camino, escuchó un olor delicioso que provenía de la casa de Don Andrés. Con un poco de timidez, se acercó a la ventana y vio al cazador cocinando un estofado de verduras que se veía para chuparse los dedos. Sin poder resistir la tentación, decidió acercarse un poco más.

A través de la ventana, Lino observó cómo Don Andrés hablaba solo mientras removía el estofado.

"+Esto va a quedar riquísimo! Vaya que tengo mucha hambre hoy…! +"

"Siempre cocinas delicioso, Don Andrés!" - pensó Lino para sí mismo.

Sin poder evitarlo, se acercó un poco más hasta que accidentalmente pisó una rama que crujió bajo su pata. Don Andrés se dio vuelta de inmediato.

"+¿Quién anda ahí? +"

Lino se escondió rápidamente detrás de un arbusto, pero no pudo resistir la curiosidad y asomó su cabeza.

"+Soy… ehhh... un lobo muy hambriento! +" - dijo Lino sin pensar.

"+Un lobo parlante! Vaya, eso no lo veía venir! ¿Qué haces tan cerca de mi casa? +" - respondió Don Andrés, al principio asustado pero luego sorprendido.

Lino se sintió avergonzado. No quería asustar al cazador, solo había tenido curiosidad.

"+¿Puedo... eh... probar algo de tu comida? +" - preguntó con timidez.

"+No se puede comer lo que no es tuyo, Lino; pero si tienes hambre, ven a comer algo a la mesa. No me gusta que los animales pasen hambre. +"

El lobo dudó un momento, pero luego decidió confiar en la bondad del cazador. Se acercó lentamente a la mesa donde había un plato con arroz y verduras. Lino comenzó a comer, y Don Andrés lo miraba con una mezcla de sorpresa y alegría.

"+No todos los lobos son malos. Me alegra verte aquí! +" - dijo Don Andrés.

"+Gracias, Don Andrés. Nunca pensé que un humano fuera tan amable. +" - respondió Lino mientras masticaba con gusto.

Desde ese día, Lino y Don Andrés comenzaron a conocerse mejor. El cazador le contaba historias sobre el bosque, los animales que lo habitaban y la importancia de cuidar el hogar de cada uno. Lino, a su vez, compartía sus aventuras en el bosque y cómo había ayudado a otros animales perdidos.

"+Me gustaría ayudar a los demás también, pero a veces tengo miedo de lo que pensarán de mí. +" - confesó Lino una tarde.

"+No te preocupes por lo que piensen. La bondad es lo que nos define, no lo que somos. Si haces algo bueno, los demás verán que eres un verdadero amigo. +" - le aconsejó Don Andrés.

Movido por sus palabras, Lino decidió hacer algo por su comunidad. Así, un día, se aventuró a la parte más profunda del bosque donde se encontraba un pequeño zorro que había perdido a su familia. Sin dudarlo, Lino se acercó y le dijo:

"+Hola, pequeño. ¿Estás perdido? +".

"+Sí, no sé cómo volver a casa! +" - respondió el zorro entristecido.

"+No te preocupes, yo te ayudaré a encontrarla! +".

Lino y el zorro recorrieron juntos el bosque. Preguntaron a otros animales y, después de un largo día de búsqueda, lograron encontrar a la familia del zorro.

"+ ¡Lo hiciste! ¡Eres valiente, Lino! +" - exclamó el zorro.

"+No lo habría hecho sin la ayuda de Don Andrés y sin mis nuevos amigos. +" - sonrió Lino.

La amistad entre Lino y Don Andrés creció con cada aventura. Se dieron cuenta de que la verdadera amistad no tenía que ver con las apariencias, sino con el respeto y la ayuda mutua.

Un día, mientras intentaban salvar un árbol caído que bloqueaba el camino a casa, Don Andrés dijo:

"+Nunca pensé que un lobo y un cazador podrían unir fuerzas. +"

"+La vida es una gran sorpresa, Don Andrés. La amistad puede florecer en los lugares más inesperados! +" - contestó Lino mientras empujaban juntos para apartar el árbol.

Desde ese momento, Lino supo que su hogar en la cabaña no era solo un refugio; era un lugar lleno de amistad y nuevas aventuras. Y Don Andrés entendió que, a veces, la vida nos ofrece amigos en las formas más inesperadas.

Ambos aprendieron que no importa cuán diferentes seamos, siempre hay un espacio para la bondad y la amistad en nuestros corazones. Y así, Lino y Don Andrés continúan viviendo felices, disfrutando de muchas más historias juntos en su bosque encantado.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!