una amistad inesperada



En un hermoso bosque donde brillaban los colores y los cantos de los pájaros, vivía un conejo llamado Rocco. Rocco era un conejo muy trabajador, que siempre estaba recolectando zanahorias, lechugas y todo tipo de verduras para su despensa.

Por otro lado, en una cueva cercana, vivía un astuto zorro llamado Zaco. Zaco era conocido por ser muy pícaro y siempre estaba buscando la manera de conseguir alimento de forma fácil. Un día, mientras Rocco estaba recolectando comida, Zaco se acercó con una amplia sonrisa en su rostro.

"¡Hola, Rocco!" - dijo Zaco, moviendo su cola con entusiasmo. "¿Qué tal, amigo? ¿Cómo va la recolección?"

Rocco, un poco desconfiado, respondió: "Hola, Zaco. Todo bien, gracias. Estoy recolectando comida para el invierno. ¿Y vos?"

Zaco hizo un gesto distraído, como si no le importara la respuesta y, con una voz suave, continuó: "Ah, ya sabes, buscando un poco por aquí y por allá. Escuché que tenías una granja secretamente llenita de cosas ricas. ¿No serás tan amable de compartir un poco de tu comida conmigo?"

Al principio, Rocco dudó, pero luego pensó que podía ganarse la amistad de Zaco y, además, tal vez podría ayudarlo. Así que decidió confiar en el zorro.

"Está bien, pero solo un poquito, ¿sí?" - dijo Rocco, ofreciendo algunas zanahorias.

Zaco sonrió con malicia, disfrutando del sabor fresco y dulce de las zanahorias.

Sin embargo, a medida que los días pasaron, Zaco comenzó a acercarse cada vez más al conejo. Con cada visita, Zaco actuaba como un amigo leal, contándole historias divertidas y haciéndolo reír. Rocco se sentía feliz de tener un nuevo amigo y, cada vez que Zaco pedía más comida, el conejo se la daba sin dudar.

Un día, Zaco decidió que era hora de actuar. Cuando Rocco se despertó, encontró su despensa vacía. "¡¿Zaco? !" - gritó el conejo, alarmado. "¿Dónde está toda mi comida?"

Zaco, imperturbable, sonrió. "Lo siento, Rocco. ¡Era tanto! No pude resistirme. Debo decir que las zanahorias estaban riquísimas. Pero no te preocupes, puedo ayudarte a conseguir más."

Rocco se sintió muy triste y engañado. "¡Yo confiaba en vos!" - dijo con voz temblorosa.

"Pero una amistad no debe ser solo acerca de compartir comida, ¿no?" - replicó Zaco, intentando cambiar de tema.

El conejo, enojado, decidió que ya no quería ser amigo de Zaco. Sin embargo, la soledad comenzó a pesarle. Extrañaba las historias y las risas que compartía con él.

Al día siguiente, mientras caminaba por el bosque, Rocco se encontró con una familia de ardillas muy ocupadas recolectando nueces. Los observó atentamente y, tras un rato, se le ocurrió una idea. Decidió ayudar a las ardillas. A pesar de que eran diferentes, al final trabajaron juntos y en poco tiempo llenaron la canasta de nueces.

"¡Nunca me había sentido tan feliz ayudando a otros!" - exclamó Rocco.

Días después, mientras Rocco disfrutaba de su nueva amistad con las ardillas, se dio cuenta de que la verdadera amistad no se basaba solo en compartir comida. Era más importante el apoyo sincero y la lealtad.

Unos días después, Zaco volvió buscando comida nuevamente.

"Hola, Rocco, ¿podrías darme algo más de comida?" - preguntó el zorro con un gesto de arrepentimiento.

"Sabés, Zaco, creo que la amistad no se trata solo de pedir cosas, se trata de cuidar a los demás. ¡Y no estoy seguro de que puedas ser mi amigo así!" - respondió Rocco firmemente.

"Entiendo, he estado egoísta. Quizá podría ayudarte a recolectar más comida a cambio de tu amistad. Estoy dispuesto a cambiar" - dijo Zaco, mostrando humildad.

Rocco dudó, pero, al ver que Zaco realmente parecía arrepentido, decidió darle una oportunidad.

Así, Rocco y Zaco comenzaron a trabajar juntos. Zaco aprendió a recolectar comida con esfuerzo, y Rocco a confiar en las verdaderas intenciones de los demás.

FIN.

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