Una Amistad Inesperada


Había una vez en un pequeño pueblo de la Argentina, una gallina muy valiente llamada Pepa. Vivía en un granero junto a sus amigos animales: el gallo Pedro, la vaca Lola y la ovejita Luna.

Juntos pasaban los días jugando y cuidándose mutuamente. Un día, mientras Pepa se encontraba buscando alimento por el campo, escuchó un ruido extraño proveniente del bosque. Curiosa como siempre, decidió investigar qué era lo que estaba sucediendo.

Al acercarse al lugar de donde provenía el ruido, Pepa se encontró con un lobo solitario llamado Mario. El lobo tenía cara triste y parecía estar enfermo.

Sin embargo, a pesar de su apariencia amenazante, Pepa decidió acercarse con cautela para saber qué le pasaba. "Hola, soy Pepa ¿Cómo te llamas?"- preguntó la gallina con voz temblorosa pero amigable. El lobo Mario levantó la mirada sorprendido de ver a una gallina tan valiente acercándose a él. Respondió con voz débil:"Soy Mario...

Estoy muy enfermo y me siento muy solo"- dijo el lobo mientras dejaba escapar un suspiro triste. Pepa sintió compasión por Mario y decidió ayudarlo. Sabía que no podía dejarlo solo en ese estado tan vulnerable.

"No te preocupes, amigo Mario. Yo te ayudaré a sentirte mejor"- dijo decidida Pepa-. "Ven conmigo al granero donde vivo junto a mis amigos animales". Así fue como Mario aceptó acompañar a Pepa hasta el granero.

Al principio, los demás animales se mostraron asustados por la presencia de un lobo, pero Pepa les explicó que Mario estaba enfermo y necesitaba ayuda. Con el tiempo, todos se dieron cuenta de que Mario no era tan malo como parecía.

Aunque seguía siendo un lobo, demostró ser amable y respetuoso con sus nuevos amigos. Ayudaba a Pedro a despertar a todos cada mañana con su aullido y también compartía su comida con ellos.

Pepa se convirtió en la mejor amiga de Mario. Juntos pasaban horas jugando y contándose historias. La gallina le enseñó al lobo sobre el valor de la amistad y cómo es importante ayudarse mutuamente.

Una tarde, mientras estaban caminando por el campo, Pepa notó que Mario ya no cojeaba ni tenía esa mirada triste en sus ojos. "¡Mario! ¡Estás curado!"- exclamó entusiasmada Pepa.

El lobo sonrió ampliamente y le dio las gracias a su amiga gallina por haberle brindado su apoyo cuando más lo necesitaba. A partir de ese día, Mario decidió quedarse en el pueblo junto a sus nuevos amigos animales.

Juntos aprendieron muchas cosas: Lola le enseñó sobre las plantas del campo, Luna sobre cómo cuidar las ovejas y Pedro le mostró cómo cantar hermosas canciones al amanecer. La historia de la gallina Pepa y el lobo Mario enseña que nunca debemos juzgar a alguien por su apariencia o reputación. Todos merecen una oportunidad para cambiar si realmente quieren hacerlo.

La amistad y la ayuda mutua pueden superar cualquier barrera o prejuicio. Y así, Pepa y Mario demostraron que el amor y la amistad son más fuertes que cualquier diferencia.

Juntos vivieron felices en el granero, cuidándose los unos a los otros y recordando siempre aquel día en que se volvieron amigos para siempre.

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