Una Amistad Inesperada
Había una vez en un campo verde y soleado un burro llamado Tito, que era conocido por su gran fuerza pero también por su carácter un poco gruñón. Tito pasaba sus días pastando y evitando a los otros animales porque pensaba que nadie podría entenderlo. Un día, mientras se tumbaba bajo un gran árbol, vio algo moverse entre la hierba. Era una pequeña lagartija llamada Lila.
"¡Hola, burro!" - saludó Lila, moviendo su cola con alegría.
Tito, sorprendido, frunció el ceño. "¿Y vos quién te crees para hablarme? Soy un burro y nunca hablo con alguien que es tan... pequeño."
Lila no se ofendió. "Eso no importa, Tito. Los amigos no se eligen por el tamaño, ¿no creés?" - dijo con una sonrisa.
Tito, que nunca había pensado en eso, la miró con curiosidad. "Puede ser... pero no tengo tiempo para jugar. Tengo que descansar antes de seguir trabajando."
"Bueno, yo tampoco tengo nada que hacer. ¿Te gustaría que te contara alguna historia?" - preguntó Lila.
A Tito le pareció una idea extraña, pero algo en la forma en que Lila lo miraba lo hizo sentir curioso. Así que aceptó.
A medida que Lila contaba historias sobre sus aventuras en el jardín, Tito se iba sintiendo más relaxado. La lagartija le habló de las flores, los otros insectos y cómo cada día era una nueva oportunidad para descubrir algo diferente.
"A veces, Tito, me siento un poco insignificante. Pero luego recuerdo que cada uno tiene algo especial. Tú eres fuerte y yo soy rápida. ¿No creés que eso es divertido?"
"Supongo que sí, pero a veces no me siento tan fuerte, Lila. El trabajo es duro y a veces me canso mucho." - confesó Tito.
Entonces, Lila tuvo una idea. "¿Te gustaría correr un día conmigo? Puede ser divertido. Así podrás ver que no sólo se trata de ser fuerte, sino también de disfrutar lo que uno hace."
Tito dudó un momento. "Pero yo no puedo correr como vos. Soy un burro y voy despacito."
"No importa, Tito. Correr no siempre es una competencia. Lo importante es disfrutar. Además, yo te ayudaré. Lo único que tienes que hacer es intentar."
Así que decidido, Tito y Lila acordaron verse al día siguiente para su gran carrera. Sin embargo, cuando llegó el gran día, las nubes comenzaron a cubrir el cielo y un fuerte viento empezó a soplar.
"No puedo correr si está así, Lila. Es muy peligroso. Además, yo no sé qué hacer con el viento."
"¡Vamos! No dejes que el miedo te detenga! Si juntas nuestras habilidades, podemos enfrentarlo."
Tito se sentía más animado por Lila, así que decidieron intentarlo. Cuando empezaron a correr, el viento les soplaba en la cara y Lila se movía de un lado a otro, mientras Tito troteaba despacio pero seguro. Ambos se reían y disfrutaban del momento.
De repente, un fuerte estruendo hizo que Tito se detuviera. Había un árbol que estaba a punto de caer.
"¡Rápido, Tito! Tienes que mover tu fuerte cuerpo y ayudarme a empujar ese árbol hacia el otro lado para que no aplaste a los demás animales."
Tito creía que no podía hacerlo, pero recordando lo que había aprendido de Lila, se armó de valor.
Juntos, Lila lo guió y Tito empujó con todas sus fuerzas. Fue un gran esfuerzo, pero juntos lo lograron. El tronco se movió y quedó a salvo de caer en el arroyo donde un grupo de patos jugaba.
Todos los animales se reunieron para agradecerles. "¡Gracias, Tito y Lila!" - gritaban los patitos. "¡Son verdaderos héroes!"
Tito, por primera vez, sonrió ampliamente. "No hubiera podido sin ti, Lila."
"Y yo no hubiera tenido el valor si no hubieras corrido conmigo, Tito." - respondió ella.
Desde ese día, el burro y la lagartija se hicieron los mejores amigos. Tito comprendió que la amistad podía venir de los lugares más inesperados y que juntos podían superar cualquier desafío.
Así, entre risas y aventuras, Tito y Lila siguieron explorando el mundo, siempre recordando que lo importante no es la fuerza o el tamaño, sino el valor y la amistad que compartimos.
Y cada vez que veían un día nublado, sonreían, pues sabían que juntos podían enfrentar cualquier tormenta.
FIN.