Una Amistad Inesperada



Era un día soleado en el liceo de Villa Esperanza, y dos amigas inseparables, Vanessa y Martína, se preparaban para su clase de ciencias. Vanessa, con su cabello rizado y su risa contagiosa, siempre tenía una actitud positiva, mientras que Martína, más reservada, tenía una gran pasión por la lectura.

Al entrar al aula, notaron que su compañero Jaime no dejaba de mirarlas. Su mirada era intensa y, en un principio, las hizo sentir incómodas.

"¿Viste cómo nos mira Jaime?" - susurró Martína a Vanessa, mientras acomodaban sus libros en el escritorio.

"Sí, es raro. Espero que no venga a molestarnos" - respondió Vanessa, sintiendo un pequeño escalofrío.

A medida que pasaban las clases, Jaime seguía mirándolas. Cada vez que se cruzaban en los pasillos, él estaba allí, con su mirada fija. Las amigas se miraban preocupadas.

"¿Y si nos persigue después del liceo?" - dijo Martína, cada vez más asustada. "Me da yuyito…"

"No creo que pase eso. Tal vez solo le gustamos, pero no le hagas caso. Vamos a salir rápido y no hablarle" - intentó calmar Vanessa.

Después de clases, mientras caminaban rápidamente hacia la salida, sintieron que Jaime comenzaba a seguirlas. El temor se apoderó de ellas.

"¡Corre!" - gritó Vanessa, y comenzaron a caminar más rápido. Al voltear una esquina, se dieron cuenta de que Jaime estaba a solo unos pasos detrás.

"Esto es muy raro, tenemos que llamar a la policía" - dijo Martína, sacando su teléfono.

"¡Sí! No quiero que se acerque más" - contestó Vanessa, mientras marcaban el número.

Sin embargo, cuando la policía llegó, Jaime se encontraba frente a ellas, con una expresión de confusión.

"¿Por qué llamaron a la policía?" - preguntó. "Solo quería hablar con ustedes..."

"¡Eso no se hace! ¡No nos puedes perseguir así!" - dijo Martína, ya un poco más tranquila, pero aún asustada.

"Lo siento, no era mi intención asustarlas. Solo quería ser su amigo, porque las admiro desde hace tiempo" - Jaime explicó, bajando la cabeza. "Vi cómo se ríen y cuántas cosas geniales hacen juntas. Me gustaría ser parte de su grupo".

Las amigas se miraron, paralizadas por la sorpresa. ¿Un amigo? ¿Era eso lo que realmente quería?"¿Amigo? Pero podrías haberlo dicho en lugar de seguirnos" - dijo Vanessa, con tono un poco más suave.

"Lo sé, lo sé. Me puse nervioso y no supe cómo acercarme. Perdón de verdad" - Jaime continuó, mirando a las chicas a los ojos.

Después de una larga charla, las tres se sentaron en un banco del parque cercano. La policía se retiró, y el ambiente se volvió más relajado. Vanessa sonrió:

"Así que, ¿te gustaría ser parte de nuestro grupo, Jaime? Pero sin las miradas raras y las persecuciones, ¿sí?"

"¡Sí, claro!" - respondió él. "Prometo que seré un amigo leal".

Martína, sintiéndose más tranquila, agregó:

"Y siempre puedes preguntar si algo no está claro. Así evitamos malentendidos."

"Exactamente"  - dijo Vanessa, sonriendo. "Nosotras también podemos ser un poco raras de vez en cuando".

Desde aquel día, Vanessa, Martína y Jaime comenzaron a compartir más momentos en el liceo. Jaime demostró ser un buen compañero y las amigas aprendieron la importancia de la comunicación y no dejarse llevar por los miedos. Las miradas que solían incomodar se convirtieron en sonrisas compartidas.

Así, lo que comenzó como un malentendido se transformó en una hermosa amistad que perduró más allá de su etapa escolar. Vanessa y Martína se dieron cuenta de que, a veces, la valentía y la comprensión pueden cambiar la dirección de una situación inesperada, y que las nuevas amistades pueden surgir de los lugares más inusuales.

Y así, continuaron riendo y compartiendo aventuras juntas, con Jaime a su lado. El liceo ya no se sentía tan intimidante después de todo.

FIN.

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