Una Amistad Inesperada
En un tranquilo parque, un pato llamado Pato y un perro llamado Perro se encontraron un soleado día. Pato chapoteaba en un charco y Perro corría detrás de una pelota.
"¡Hola!" - dijo Pato, levantando la cabeza del agua.
"¡Hola! ¿Qué haces ahí?" - preguntó Perro, curioso.
"Me gusta jugar en el agua. ¿Y vos?" - respondió Pato con una sonrisa.
"A mí me encanta correr y jugar a la pelota. Pero a veces me siento un poco solo." - confesó Perro, moviendo la cola.
Pato pensó por un momento y decidió:
"¡Podríamos jugar juntos! Yo puedo nadar y vos puedes traer la pelota."
Perro se emocionó y dijo:
"¡Eso suena genial! Pero, ¿cómo podríamos hacer eso?"
Entonces, con un golpe de ingenio, Pato sugirió:
"Cuando yo esté en el agua, podrías lanzar la pelota hacia mí y yo intentaré alcanzarla con mi pico."
Juntos comenzaron a jugar. Pato nadaba y chapoteaba mientras Perro lanzaba la pelota. ¡Era una divertida tarde llena de risas y juegos!
Pero de repente, un fuerte viento comenzó a soplar. Pato se dio cuenta de que se había alejado más de lo que quería en el agua.
"¡Oh no! ¡Me estoy alejando!" - gritó Pato.
"¡No te preocupes! Voy a ayudarte!" - respondió Perro con valentía.
Perro buscó una larga rama y la extendió hacia Pato.
"Agárrate de la rama, Pato!"
Con un esfuerzo y el apoyo de su nuevo amigo, Pato pudo regresar a la orilla.
"¡Gracias, Perro! Eres un gran amigo. Vamos a seguir jugando."
Desde aquel día, Pato y Perro se hicieron inseparables. Jugaban juntos todos los días, disfrutando de las diferencias que los unían.
Aprendieron que aunque eran distintos, eso no era un impedimento para ser amigos. Juntos descubrieron que la amistad puede surgir de los lugares más inesperados y que cada uno tiene algo especial que ofrecer al otro.
Y así, en aquel parque, Pato y Perro compartieron risas, aventuras y momentos inolvidables. ¡Qué hermoso es tener amigos, no importa de dónde sean!
FIN.