Una Amistad Inesperada
Alma era una niña llena de sueños y aventuras en su cabeza. Le encantaba jugar en el parque, hacer manualidades y contar historias. Sin embargo, había algo que le faltaba: una mejor amiga. Siempre veía a otras niñas jugando juntas, compartiendo secretos y riendo por horas, y eso la hacía sentir un poco sola.
Un día, mientras dibujaba en su cuaderno, su mamá le anunció: "Alma, tengo una sorpresa para vos. Tu hermanita Regina nace mañana."
Alma se sintió feliz al principio, pero luego pensó: "Si tengo una hermana, ¿significa que no tendré una mejor amiga?"
Decidida a no dejar que eso le afectara, siguió imaginando a su mejor amiga ideal.
Cuando Regina llegó, Alma sintió que era un pequeño ovillo de alegría. La mamá le dijo: "Alma, te presento a tu hermana, Regina".
Alma miraba a Regina, que era tan pequeña y bonita, y al mismo tiempo, tenía miedo de que no podrían ser amigas. Con el paso de los días, Alma se dio cuenta de que no se podía jugar a la pelota con un bebé.
Non obstante, cada vez que le mostraba un dibujo, Regina sonreía y movía las manitas, algo en su interior hizo que Alma se sintiera especial.
Pasaron los meses y Alma seguía buscando una mejor amiga. Un día, en el parque, conoció a Sofía, una niña que estaba sola como ella. "Hola, ¿quieres jugar conmigo?"
"Sí, ¡me encantaría!", respondió Sofía emocionada.
Las dos se hicieron amigas rápidamente, corriendo y jugando a las escondidas. Pero Alma sentía que había algo extraña. Disfrutaba mucho con Sofía, pero cada vez que volvía a casa, no podía evitar mirar a Regina, que aunque no podía jugar como una amiga grande, siempre parecía entenderla con una sonrisa.
Mientras pasaban los días, Alma se dio cuenta de que con Sofía también había ciertas complicaciones. "No me gusta que siempre quieras elegir los juegos, yo quiero que me escuches", le dijo Alma una tarde. Sofía miró hacia abajo y dijo: "Perdón, ¿jugamos de otra manera?"
A veces, las cosas no salían como Alma deseaba.
Una tarde tuvo una idea. "Regina, ¿quieres jugar?" - le preguntó tímidamente, y para su sorpresa, Regina sonrió y comenzó a hacer ruiditos y movimientos.
Alma le mostró su dibujo de un unicornio. "Mirá, Regina, esto es un unicornio que vuela. ¿Quieres volar conmigo?" - dijo haciéndose la que volaba. Regina emitió una risa que iluminó toda la habitación.
Alma decidió que jugaría con su hermana, creando historias donde ambas eran súper heroínas, viviendo aventuras increíbles. Y aunque Regina no podía decir muchas palabras, Almal sentía que su presencia era mágica.
Un día, mientras jugaban, Sofía vino a buscar a Alma y le dijo: "Vamos al parque, tenemos una nueva amiga para presentarte".
Alma dudó un momento, pero luego dijo: "Regina, ¿querés venir?" - a lo que Regina respondió con un grito de felicidad.
Y así, para sorpresa de Alma, la pequeña Regina se convirtió también en la amiga que nunca supo que necesitaba.
Cuando llegaron al parque, Alma presentó a Regina. "Ella es mi hermana, pero es como mi mejor amiga, ¡mira lo que puede hacer!"
Esa tarde, Alma descubrió que no solo podía tener una mejor amiga, sino que también podía compartirla con su hermana.
Sofía quedó fascinada y las tres pasaron horas jugando juntas.
Con el tiempo, Alma se dio cuenta de que la amistad no siempre se presenta de la manera que uno espera. "A veces, las mejores amigas pueden ser alguien que está más cerca de lo que imaginamos. Cada una tiene algo hermoso para ofrecer".
Así, Alma aprendió que tener una hermana significaba tener una compañera de aventuras, y que había espacio en su corazón para ambas.
Al final del día, cuando se acurrucó junto a Regina en la cama, Alma sonrió y dijo: "Gracias, hermana. Te quiero mucho. A veces creo que sos mi mejor amiga".
Regina, con su sonrisa y ojos brillantes, pareciera entenderla como siempre lo hacía, y Alma supo que su sueño de amistad se había hecho realidad, no de la manera que lo había imaginado, sino de una forma aún más especial.
FIN.