Una Amistad Inesperada



En el hermoso distrito de Codo del Pozuzo, en la provincia de Puerto Inca, Huánuco, vivía un curioso armadillo llamado Armi. Armi tenía un caparazón brillante y una gran pasión por explorar su entorno. Siempre que podía, se aventuraba por el bosque en busca de nuevos amigos y misterios por resolver.

Un día, mientras Armi paseaba por un sendero cubierto de hojas, escuchó un ruido extraño. Decidió investigar y, al acercarse, se encontró con un sajino llamado Saji, que intentaba alcanzar unas deliciosas frutas que colgaban de un árbol alto.

"¿Qué hacés, Saji?" - preguntó Armi, asomándose entre las ramas.

"¡Hola, Armi! Estoy intentando llegar a esas frutas, pero son demasiado altas para mí" - respondió Saji, frustrado.

Armi, con una sonrisa, le dijo:

"No te preocupes, amigo. Quizás yo pueda ayudarte."

Con su pequeño tamaño y su caparazón resistente, Armi empezó a pensar en una solución. Pronto le vino una idea:

"¿Y si me subís a tu espalda y juntos saltamos? Yo puedo alcanzarlas y vos las agarrás."

Saji, emocionado, asintió con la cabeza. Juntos, se organizaron. Armi se subió a la espalda de Saji y, con un poderoso salto, alcanzó la fruta. Con su ayuda, Saji pudo disfrutar de un festín de frutas.

Desde ese día, Armi y Saji se convirtieron en los mejores amigos. Juntos exploraban el bosque, descubriendo nuevas aventuras y compartiendo historias. Un día, mientras recorrían un claro, encontraron un misterioso pozo.

"¿Qué creés que hay dentro?" - preguntó Armi, mirando el agua cristalina.

"No lo sé, pero tal vez encontremos un tesoro" - respondió Saji, con los ojos brillantes de curiosidad.

Decididos a descubrirlo, Saji sugirió:

"Voy a arrojar una piedra para ver qué pasa."

Saji lanzó una piedra y, al caer, hizo un pequeño chapoteo. Ambos amigos rieron, pero luego notaron que algo empezaba a emerger del agua. Con gran asombro, vieron que era un pez de colores brillantes que brillaba con la luz del sol.

"¡Mirá eso!" - exclamó Armi, saltando de emoción.

"¡Es hermoso!" - dijo Saji, admirando al pez.

El pez, notando la atención de los amigos, se acercó y habló:

"Hola, amigos. Gracias por liberarme del fondo del pozo. He estado atrapado aquí durante mucho tiempo. Como agradecimiento, puedo concederles un deseo."

Armi y Saji se miraron, llenos de entusiasmo. Pero, antes de pedir su deseo, Armi preguntó:

"¿Qué podemos pedir que sea realmente especial?"

Después de pensarlo un momento, Saji dijo:

"Podríamos pedir un montón de frutas, pero ya tenemos muchas. Quizás podríamos pedir un poco de sabiduría para seguir siendo buenos amigos."

El pez asintió, complacido con su respuesta. Así que los amigos pidieron:

"Queremos aprender a ayudarnos mutuamente y a cuidar nuestro bosque."

El pez sonrió y, con un guiño, les dijo:

"Hecho. A partir de ahora, cada vez que necesiten saber algo o enfrentar un desafío, les aparecerá una luz mágica que los guiará."

Emocionados, Armi y Saji volvieron a casa, sabiendo que su amistad había crecido aún más. Desde entonces, cada vez que se encontraban con un obstáculo, recordaban la luz mágica y cómo podían colaborar para superarlo.

Y así, en el hermoso Codo del Pozuzo, el armadillo y el sajino aprendieron que con amistad y colaboración, podían lograr cualquier cosa. No sólo se ayudaban entre ellos, sino que también enseñaban a otros animales del bosque la importancia de trabajar juntos y cuidar su hogar.

Y así, los días pasaron, llenos de risas, aventuras y grandes aprendizajes, demostrando que la verdadera riqueza radica en las amistades y el amor por la naturaleza.

.

FIN.

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