Una Amistad Inesperada



Era un día soleado en la selva, donde las hojas brillaban como esmeraldas y los sonidos de la naturaleza creaban una melodía encantadora. En lo alto de los árboles, un mono azul llamado Bandy saltaba de rama en rama, disfrutando del aire fresco. Se sentía libre y feliz.

De repente, mientras exploraba un nuevo camino en el dosel, escuchó un rugido que retumbó en el aire. Intrigado, Bandy se asomó y vio a un león dorado, con una melena impresionantemente majestuosa, estirado sobre una roca. El león se llamaba Nico y estaba muy triste.

"¿Por qué estás tan triste?" - preguntó Bandy, acercándose a él con cautela.

"No tengo amigos..." - respondió Nico con un suspiro.

"¿Pero cómo no? ¡Eres un león!"

"Sí, pero todos me tienen miedo. Parezco un monstruo para ellos" - dijo Nico, bajando la mirada.

Bandy, con su corazón amable, decidió que quería ser amigo de Nico. El mono azul se trepó a la roca y le sonrió.

"¡Yo quiero ser tu amigo!"

Nico levantó la cabeza sorprendido.

"¿De verdad? ¿Pero un mono y un león pueden ser amigos?"

"¡Por supuesto! La amistad no tiene colores ni formas" - exclamó Bandy.

Así comenzó su hermosa amistad. Se pasaban los días explorando la selva, compartiendo risas y hasta comida. Bandy le enseñó a Nico a jugar a atrapar la fruta que caía de los árboles, mientras que Nico le contaba historias sobre la sabana. Sin embargo, cada vez que se encontraban con otros animales, la situación era incómoda.

"¡Miren, el león!" - gritó una cebra un día.

"¡Cuidado, es un monstruo!" - exclamó un antílope.

"No, no soy un monstruo. Soy amigo de Bandy" - decía Nico, frustrado.

Desgraciadamente, los otros animales no podían ver más allá de su apariencia.

"¿Qué podemos hacer, Bandy?" - preguntó Nico, preocupado.

"¡Voy a tener una idea!" - dijo Bandy emocionado.

Bandy pensó que si podían hacer algo juntos para ayudar a los demás, tal vez ellos verían que la amistad entre un mono y un león era posible. Propuso organizar una gran fiesta en el claro de la selva e invitar a todos los animales.

"Así podrán conocernos mejor y ver que somos amigos de verdad" - sugirió Bandy.

Con mucho esfuerzo, Bandy y Nico se pusieron manos a la obra. Recogieron frutas frescas, prepararon juegos y decoraron el lugar con hojas y flores. Esa tarde, los invitados comenzaron a llegar, unos aún un poco temerosos, pero otros llenos de curiosidad.

La fiesta comenzó a cobrar vida con risas y canciones. Bandy mostró a todos cómo improvisar un baile divertido, mientras que Nico se encargó de guiar a los más pequeños en juegos de carreras. Pronto, los animales comenzaron a olvidar sus temores.

"¡Miren cómo baila el mono!" - rió una tortuga.

"Y el león es ¡muy divertido!" - exclamó un conejo.

"¡Somos una gran familia!" - dijo Bandy, mientras saltaba alrededor de su nuevo amigo.

La noche terminó con todos los animales sentándose alrededor de una fogata, compartiendo historias y risas. Cada uno había aprendido que por dentro, todos eran iguales.

"Gracias, Bandy, por ayudarme a encontrar amigos" - dijo Nico, con lágrimas de felicidad.

"No, gracias a vos por ser un amigo tan genial" - respondió Bandy, sonriendo.

Desde ese día, la amistad entre Bandy y Nico se volvió un ejemplo para todos los animales de la selva. Juntos, habían demostrado que las diferencias no importan; lo que realmente importa es el amor y la amistad que compartimos con los demás. Y así, un mono azul y un león dorado vivieron felices, saltando y corriendo entre los árboles y las llanuras, siempre recordando que la verdadera amistad no conoce límites.

FIN.

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