Una amistad inolvidable


En un barrio tranquilo de Buenos Aires vivía Valentín, un niño de dos años lleno de energía y curiosidad. Un día, mientras jugaba en el salón de su casa, vio algo brillante y pequeño moviéndose lentamente.

Se acercó con cautela y descubrió que era un caracol. Valentín observó al caracol con asombro y se quedaron mirándose fijamente durante unos segundos. Sin decir una palabra, el caracol parecía saludarlo con sus antenas.

El niño decidió llamarlo —"Cochi"  y así comenzó una amistad inusual pero hermosa. - ¡Hola, Cochi! ¿Quieres jugar conmigo? - dijo Valentín emocionado. El caracol asintió lentamente y juntos empezaron a explorar cada rincón de la casa.

Jugaban al escondite en el baño, cocinaban aventuras en la cocina (aunque Cochi solo comía hojas), e incluso tenían carreras por el salón (donde Cochi siempre ganaba). Los días pasaban volando entre risas y travesuras compartidas.

Valentín cuidaba a Cochi asegurándose de que tuviera suficiente agua y comida fresca todos los días. La mamá del niño estaba encantada de ver la conexión especial que había surgido entre ellos.

Un día, mientras Valentín buscaba a Cochi para jugar, lo encontró cerca de la puerta principal con una mirada triste en sus ojos diminutos. - ¿Qué sucede, Cochi? ¿Por qué estás tan pensativo hoy? - preguntó Valentín preocupado. - Es hora de decir adiós, pequeño amigo.

Debo irme a vivir con mis tíos al jardín para cuidar las plantas allí - respondió Cochi con voz suave pero firme. Valentín sintió un nudo en la garganta al escuchar esas palabras. Sabía que extrañaría a su amigo caracol, pero entendía que era lo mejor para él.

- Te extrañaré mucho, Cochi. Pero siempre seremos amigos aunque estemos lejos uno del otro - dijo Valentín con determinación. Y así fue como Cochi partió hacia su nueva vida en el jardín vecino junto a sus parientes caracoles.

A pesar de la distancia física, la amistad entre Valentín y Cochi perduró a través del tiempo gracias a los recuerdos felices que compartieron juntos.

Moraleja: La verdadera amistad va más allá de la distancia física; se basa en el amor sincero, los momentos compartidos y la complicidad mutua que nunca desaparece por más lejos que estén los amigos.

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