Una Amistad Mágica



Había una vez un niño llamado Matías, quien tenía el cabello negro como la noche y unos ojos brillantes como los grillos en verano. A Matías le encantaban las tortugas, siempre soñaba con tener una como mascota.

Un día soleado, mientras paseaba por el parque, algo llamó su atención. ¡Era una pequeña tortuga! Matías se acercó emocionado y la tomó entre sus manos. La miró fijamente y supo que había encontrado a su amiga perfecta.

Decidió llamarla Tortu, porque era un nombre divertido que le hacía recordar lo especial que era para él. Desde ese día, Matías y Tortu se volvieron inseparables. Juntos vivieron increíbles aventuras y descubrieron lugares maravillosos.

Un fin de semana decidieron visitar el mar. Al llegar a la playa, Tortu estaba encantada con las olas y los colores del océano. "¡Mira Tortu! Las olas son gigantes", exclamó Matías emocionado.

Tortu asintió con su cabeza mientras estiraba su cuello hacia adelante para obtener una mejor vista de las olas rompiendo en la orilla. Pero a pesar de todo lo maravilloso que encontraron en el mar, Matías aún anhelaba conocer otro lugar: la nieve.

Así que planearon un viaje al sur del país donde pudieran disfrutar de la blanca nieve. Cuando llegaron a la montaña nevada, ambos quedaron fascinados por ese paisaje tan diferente al del mar.

Matías construyó un muñeco de nieve mientras Tortu jugaba a su alrededor, deslizándose por la nieve con su caparazón. "¡Mira Tortu! ¡Ahora estás más blanca que nunca!", dijo Matías riendo. Tortu movió sus patitas y emitió un sonido de alegría.

Estaba feliz de poder experimentar algo tan nuevo y emocionante como la nieve. Pero mientras se divertían en la montaña, una fuerte tormenta de nieve comenzó a caer. Matías y Tortu se apresuraron a buscar refugio en una pequeña cabaña cercana.

La tormenta duró toda la noche y cuando amaneció, el sol brillaba sobre un paisaje blanco y hermoso. "¡Mirá Tortu! ¡La tormenta nos regaló un día perfecto para jugar en la nieve!", exclamó Matías emocionado.

Tortu asintió con su cabeza mientras salía corriendo hacia afuera para disfrutar del nuevo día. Juntos hicieron ángeles de nieve, lanzaron bolas blancas uno al otro y construyeron un iglú para resguardarse del frío.

Después de pasar todo el día jugando en la nieve, Matías miró a Tortu con cariño y le dijo:"Gracias por ser mi amiga, Tortu. Aunque somos diferentes, siempre encontramos formas de divertirnos juntos". Tortu movió su cabeza hacia arriba y abajo como si entendiera las palabras de Matías.

Ambos sabían que no importaba qué tan diferentes fueran, lo importante era el amor y la amistad que compartían. A partir de ese día, Matías supo que tenía un amigo especial en Tortu.

Juntos, vivieron muchas más aventuras y aprendieron que la amistad puede superar cualquier barrera. Y así, Matías y Tortu siguieron explorando el mundo juntos, disfrutando de cada nuevo paisaje que encontraban.

Porque en cada rincón del planeta hay algo mágico por descubrir, solo hace falta tener una gran amiga como Tortu para hacerlo posible.

FIN.

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