Una amistad maravillosa
Había una vez en un reino muy lejano, un dragón diferente a todos los demás. Este dragón no lanzaba fuego por la boca, ¡sino hielo! Su aliento helado podía congelar todo lo que tocaba.
Aunque muchos lo temían, el dragón era en realidad amable y solitario. En ese mismo reino vivía una princesa llamada Valentina. Era valiente y curiosa, siempre buscando nuevas aventuras. Un día, Valentina decidió explorar el bosque encantado que rodeaba el castillo.
Sin embargo, se adentró demasiado y pronto se perdió entre los árboles frondosos. El cielo se oscureció y comenzó a nevar copiosamente. Valentina estaba asustada y sola en medio del bosque helado.
De repente, escuchó un rugido escalofriante que la hizo temblar de miedo. El dragón de hielo había salido de su guarida y la había encontrado.
Valentina cerró los ojos con fuerza esperando lo peor, pero para su sorpresa, cuando abrió los ojos nuevamente vio al dragón mirándola con curiosidad y tristeza en sus ojos azules brillantes. "¿Estás perdida, pequeña princesa?" -preguntó el dragón con voz profunda pero suave. "Sí, estoy perdida...
¿me ayudarías a encontrar mi camino de regreso al castillo?" -respondió Valentina con cautela. El dragón asintió con la cabeza y extendió una gran pata escamosa hacia ella. Valentina subió al lomo del dragón y juntos emprendieron un viaje a través del bosque nevado.
Mientras volaban sobre los árboles cubiertos de nieve, Valentina descubrió que el dragón no era tan malo como todos creían. "¿Por qué lanzas hielo en lugar de fuego?" -preguntó Valentina mientras acariciaba las escamas heladas del lomo del dragón. "Nací así...
soy diferente a los demás dragones" -respondió el dragón con tristeza en su voz. "Ser diferente está bien... ¡es lo que te hace especial!" -exclamó Valentina con una sonrisa cálida.
Finalmente llegaron al castillo donde la familia real estaba preocupada por la desaparición de la princesa. El rey ofreció una recompensa por salvar a su hija perdida, pero cuando vio al imponente dragón junto a ella cambió de opinión. "Gracias por traerla sana y salva" -dijo el rey sorprendido.
"No hay nada que agradecer... solo ayudé a una amiga en apuros" -respondió el dragón con humildad. Desde ese día, Valentina visitaba al dragón regularmente en el bosque encantado.
Juntos vivieron grandes aventuras y demostraron que la verdadera amistad puede surgir donde menos te lo esperas. Y así, el reino aprendió a no juzgar por las apariencias y valorar la diversidad entre todos sus habitantes.
Y colorín colorado este cuento ha terminado; pero recuerda: nunca temas ser diferente porque es precisamente eso lo que te hace único e increíblemente especial.
FIN.