Una Amistad Positiva
En un hermoso bosque lleno de flores y árboles, vivían un conejito llamado Bruno y una tortuga llamada Tula. Aunque eran muy diferentes, compartían una fuerte amistad que siempre estaba llena de risas y buenos momentos.
Un día, mientras exploraban el bosque, Bruno se detuvo y le dijo a Tula:
"¡Mirá, Tula! Hay una competencia de carreras entre animales del bosque. ¡Deberíamos inscribirnos juntos!"
Tula, con su calma habitual, respondió:
"No sé, Bruno. Vos sos muy rápido y yo soy... un poco más lenta. Pero si querés, podemos intentarlo."
Bruno sonrió entusiasmado:
"¡Eso es! ¡La diversión es lo que importa! Vamos a entrenar juntos."
Durante las siguientes semanas, Bruno se dedicó a ayudar a Tula con su entrenamiento. Mientras él corría rápidamente, le enseñaba a Tula técnicas para mejorar su velocidad.
"¡Vamos, Tula! ¡Un pasito a la vez! ¡Nunca te rindas!" decía Bruno mientras hacía saltitos a su alrededor.
Cada día, la tortuga se esforzaba más y más, siempre con una actitud positiva, mientras que Bruno a menudo se sentía impaciente por la lentitud de su amiga.
"¿No creés que podemos ir un poquito más rápido?" preguntó Bruno en uno de esos entrenamientos.
"No hay prisa, Bruno. Lo importante es disfrutar el recorrido. Además, yo puedo conseguir mucha resistencia si entreno con tranquilidad," contestó Tula con una sonrisa.
Finalmente, llegó el día de la gran carrera. Todos los animales del bosque también estaban muy emocionados. El zorro, el ciervo y hasta el pato estaban listos para competir. Bruno estaba ansioso e intentaba alentar a su amiga:
"Recuerda, Tula, lo que importa es dar lo mejor de uno mismo. ¡Y vamos a divertirnos!"
La carrera comenzó, y Bruno salió disparado, ganando rápidamente una gran ventaja. Tula, por su parte, empezó despacio, disfrutando del paisaje y los aromas del bosque. A medida que avanzaba, todos los animales la animaban:
"¡Vamos, Tula! ¡Vos podés!"
Bruno, tras dar varias vueltas por el circuito, notó que la tortuga avanzaba con firmeza. En un momento decidió descansar un rato en la sombra de un árbol.
"Un pequeño descanso no va a hacer daño. Tula está muy lejos aún," pensó para sí mismo, mientras cerraba los ojos.
Sin embargo, la tortuga continuó avanzando, sin detenerse, mientras Bruno dormía. Cuando despertó, sintió que algo no estaba bien.
"¡Oh, no! ¿Dónde está Tula?" exclamó mirando alrededor.
Corrió a toda velocidad hacia la meta, pero se quedó boquiabierto al ver que Tula se acercaba, firme y decidida.
"¡¿Tula? ! ¿Estás en la carrera?" grito Bruno, sorprendido.
"¡Sí, Bruno! Conforme avanza el tiempo, me siento cada vez más fuerte. ¡Voy a lograrlo!" respondió Tula con alegría.
Bruno sintió un nudo en el estómago. Se dio cuenta de que mientras él se había distraído, su amiga había estado trabajando duro, y además, lo visible no siempre reflejaba el esfuerzo interno.
"¡Voy a apurarme!" dijo Bruno, comenzando a correr de nuevo. Pero ya era demasiado tarde; Tula cruzó la línea de llegada, precedida por todos los animales que la felicitaban.
"¡Tula! ¡Lo lograste!" gritó Bruno, ahora más emocionado que nunca.
"Claro que sí, amigo. ¿Te das cuenta? Cada uno tiene su propio ritmo, y lo más importante es que disfrutemos el camino juntos."
La carrera terminó y Bruno, en lugar de llevarse la medalla, decidió levantar a Tula en sus patas delanteras, celebrando su victoria y su perseverancia.
"Vamos a celebrar lo que hemos conseguido juntos, ¡porque eso es lo que importa!"
Juntos se rieron, bailaron y, aunque Tula no ganó en la velocidad, se llevó el trofeo del esfuerzo y la amistad.
A partir de ese día, Bruno entendió que la amistad no se mide en velocidad, sino en el apoyo y el esfuerzo compartido. Y así, el conejito y la tortuga continuaron explorando el bosque, siempre con una actitud positiva y la certeza de que juntos podían lograr cualquier cosa.
FIN.