Una amistad redonda



Había una vez un niño llamado Martín, que siempre llevaba puestas unas gafas enormes y redondas. Martín era muy inteligente y le encantaba estudiar, pero en el colegio algunos compañeros se burlaban de él por sus lentes.

Esto lo ponía muy triste, y a veces prefería estar solo en lugar de jugar con los demás. Un día, durante el recreo, Martín estaba sentado en una banca del patio cuando escuchó una risa amigable a su lado.

Era Sofía, una niña nueva en la escuela que había notado cómo se sentía Martín. - ¡Hola! ¿Por qué estás tan triste? - preguntó Sofía con simpatía. Martín miró sorprendido a Sofía.

Nadie antes se le acercaba para preguntarle cómo se sentía. - Hola... es que algunos chicos se ríen de mis gafas y me hacen sentir mal - respondió tímidamente Martín. Sofía sonrió dulcemente y dijo:- No te preocupes por eso.

Tus lentes te hacen ver único y especial. Además, lo importante es lo que hay dentro de tu corazón. Desde ese día, Martín y Sofía se convirtieron en grandes amigos.

Juntos compartían juegos, estudios e incluso inventaban historias fantásticas donde ellos eran los valientes protagonistas. La empatía de Sofía hizo que Martín se sintiera feliz y aceptado por primera vez en mucho tiempo. Un mes después, la maestra anunció un concurso de ciencias donde los alumnos debían presentar un experimento original.

Martín tenía muchas ideas brillantes pero estaba inseguro sobre cuál elegir. - ¿Qué te parece si creamos juntos un proyecto para el concurso? - propuso Sofía entusiasmada. Martín asintió emocionado ante la idea de trabajar junto a su amiga.

Pasaron días investigando y experimentando hasta que finalmente crearon un proyecto increíble: un robot casero programado para ayudar a las personas mayores en tareas cotidianas.

El día del concurso llegó y el robot creado por Martín y Sofía dejó impresionados tanto a los jueces como a sus compañeros de clase. Ganaron el primer premio y fueron aplaudidos por todos. - ¡Lo logramos gracias a tu genialidad! - exclamó Sofía abrazando a Martín.

Martín sonreía radiante mientras pensaba en lo afortunado que era de tener una amiga tan especial como Sofía. Desde entonces, la empatia entre ellos creció aún más fuerte, convirtiéndose en ejemplos vivientes de cómo la amistad sincera puede traer felicidad incluso en los momentos más difíciles.

Y colorin colorado este cuento ha terminado pero nuestra amistad sigue creciendo cada día mas.

FIN.

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