Una amistad sin fronteras
Había una vez en un hermoso pueblo rodeado de montañas y ríos, un perro pinto llamado Arandú.
Era el perro más hermoso que se pudiera imaginar, con manchas negras y blancas que se entrelazaban como si fueran pintadas por un artista. Arandú vivía en una pequeña casa cerca del Río Armadito, donde le encantaba bañarse y chapotear en sus aguas cristalinas. Todos los días, sin falta, Arandú corría feliz hacia el río para refrescarse y jugar.
Un día soleado de primavera, mientras Arandú estaba disfrutando de su baño diario en el Río Armadito, escuchó unos llantos provenientes de la orilla opuesta. Intrigado, salió del agua y se acercó sigilosamente para investigar.
Allí encontró a un cachorro de zorro atrapado entre las ramas de un árbol caído. El zorrito había caído al río y luchaba por mantenerse a flote. Sin dudarlo ni un segundo, Arandú se lanzó al agua y nadó rápidamente hacia él.
"¡No te preocupes! ¡Voy a salvarte!" -le dijo Arandú al cachorro de zorro mientras lo sostenía con cuidado entre sus fuertes mandíbulas. Con esfuerzo y determinación, Arandú logró llevar al zorrito a la orilla sano y salvo.
El cachorro temblaba de frío y miedo, pero gracias a la valentía y bondad de Arandú ahora estaba a salvo. Desde ese día, Arandú y el cachorro de zorro se convirtieron en grandes amigos.
Juntos exploraban el bosque, jugaban en el río e incluso compartían sus comidas.
La amistad entre un perro pinto y un zorrito era algo inusual en aquel lugar, pero para ellos no importaba la diferencia de especies; lo único que importaba era el cariño sincero que sentían el uno por el otro. Los habitantes del pueblo quedaron maravillados por la historia de amistad entre Arandú y el zorrito. Aprendieron que la verdadera belleza está en ser amable con los demás sin importar nuestras diferencias.
Y así fue como Arandú demostró que la bondad y la valentía pueden cambiar vidas e inspirar a todos a ser mejores personas cada día.
Y aunque muchos años pasaron desde entonces, la leyenda del perro pinto que salvó al zorrito perduró en las mentes y corazones de todos los habitantes del pueblo del Río Armadito.
FIN.