Una amistad sin fronteras


Había una vez en el bosque encantado, un estanque donde vivían La ranita puntitos y sus amigos. Todos los días se reunían para cantar alegremente mientras el sol brillaba sobre las aguas cristalinas.

Sin embargo, desde lo profundo del estanque, un pez grande y feroz los observaba con envidia. "¡Hola amigos! ¿Están listos para cantar hoy?" -preguntó La ranita puntitos con entusiasmo. "¡Claro que sí!" -respondieron todos al unísono.

Mientras tanto, el pez grande y feroz los miraba con tristeza desde su escondite. Él también quería unirse a la melodiosa canción de los animales del estanque, pero su aspecto imponente y temible asustaba a todos.

Un día, cansado de ser rechazado y sentirse solo, el pez decidió acercarse al grupo de amigos. "Perdón por asustarlos antes. En realidad, yo también amo la música y me encantaría cantar con ustedes", dijo tímidamente el pez.

La ranita puntitos y sus amigos se sorprendieron al escuchar las palabras del pez. Aunque al principio tenían miedo, recordaron que no hay que juzgar a alguien por su apariencia. "¡Claro que puedes cantar con nosotros! Todos son bienvenidos aquí", dijo La ranita puntitos con amabilidad.

El pez comenzó a entonar una melodía profunda y hermosa que resonó en todo el estanque. Su voz era poderosa e impresionante, haciendo vibrar cada rincón del bosque encantado. Los demás animales quedaron maravillados por su talento oculto.

Desde ese día, el pez grande y feroz se convirtió en parte del grupo de amigos de La ranita puntitos. Juntos compartían risas, canciones y momentos inolvidables en el estanque.

Aprendieron que la verdadera belleza está en el interior de cada ser vivo y que la amistad no tiene límites ni prejuicios.

Y así, gracias a la música y la bondad de La ranita puntitos y sus amigos, el estanque se llenó de armonía y alegría para siempre jamás en el bosque encantado.

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