Una amistad sin límites



Había una vez en un pequeño pueblo llamado "La Alegría", donde todos los niños se conocían y jugaban juntos sin importar sus diferencias. Había niños altos, bajos, rubios, morenos y de diferentes culturas.

Un día llegó a la ciudad un nuevo niño llamado Tomás. Era un niño tímido y callado que no hablaba mucho español porque su familia acababa de mudarse desde otro país. Los demás niños lo notaron y decidieron ir a saludarlo.

"Hola, ¿cómo te llamas?" preguntó Juanito, el líder del grupo. "Me llamo Tomás" respondió tímidamente el nuevo niño. "¡Bienvenido a La Alegría!" exclamó Juanito con una gran sonrisa.

Los demás niños comenzaron a presentarse y pronto se dieron cuenta de que Tomás era muy bueno jugando al fútbol. Decidieron invitarlo a jugar con ellos en el parque después de la escuela. El primer día que jugaron juntos fue muy divertido.

Todos aprendieron nuevas palabras en el idioma de Tomás mientras corrían detrás del balón por todo el campo. A pesar de las dificultades para comunicarse, se entendían perfectamente cuando se trataba del juego.

Pero un día ocurrió algo inesperado: uno de los chicos se lastimó la pierna durante el partido y tuvo que irse temprano a casa para recuperarse. Los demás niños estaban preocupados por él pero también tristes porque no sabían cómo seguir jugando sin su amigo lesionado.

Entonces, Tomás sugirió hacer algo diferente: construir una casa en los árboles cerca del parque. Los demás niños se emocionaron con la idea y decidieron poner manos a la obra.

Cada uno aportó algo diferente: Juanito trajo herramientas, María pinturas y pinceles, y Tomás un libro de su país que les enseñaba cómo construir una casa en los árboles. Juntos trabajaron todo el fin de semana hasta que finalmente terminaron la casa. "¡Qué divertido fue construir esto juntos!" exclamó María cuando terminaron.

"Sí, ahora tenemos un lugar donde podemos jugar todos juntos" dijo Juanito mientras miraba alrededor del nuevo espacio. Los niños descubrieron que podían hacer cosas juntos más allá del fútbol.

A partir de ese día comenzaron a explorar nuevas formas de diversión y aprendizaje. Todos se ayudaban mutuamente para aprender palabras en diferentes idiomas, compartir sus comidas favoritas e incluso invitar a sus padres para conocerse mejor entre sí. La Alegría nunca volvió a ser igual después de eso.

La diversidad se convirtió en su mayor fortaleza y las diferencias culturales dejaron de ser barreras para convertirse en oportunidades para aprender algo nuevo cada día. Y todo empezó gracias al juego, la integración y la recreación.

FIN.

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