Una amistad solidaria en el parque



Érase una vez, en un hermoso parque de la ciudad, donde los animales siempre se reunían para jugar y disfrutar del sol. En aquel lugar había un perro llamado Rocky, quien era conocido por su amabilidad y valentía.

Un día soleado, mientras Rocky daba su paseo matutino, vio a un pequeño gato llamado Simón jugando cerca de una fuente. El gato estaba tan emocionado que sin darse cuenta saltó dentro de la fuente y comenzó a maullar desesperadamente.

Rocky corrió hacia él y le dijo: "¡No te preocupes, Simón! ¡Voy a ayudarte!". Con mucho cuidado, Rocky estiró sus patas delanteras hacia el agua y agarró al gatito con suavidad. Juntos lograron salir de la fuente.

Simón temblaba de frío y estaba empapado hasta los huesos. Rocky lo miró preocupado y dijo: "Debemos encontrar una forma de secarte". Entonces tuvo una idea brillante. Corrieron hasta un árbol cercano donde el sol brillaba intensamente.

"Simón", dijo Rocky con entusiasmo, "sube al árbol para que los rayos del sol te sequen". Sin pensarlo dos veces, Simón trepó al árbol mientras Rocky esperaba abajo vigilando que no se cayera.

Mientras el gato se secaba bajo los cálidos rayos del sol, algo inesperado ocurrió. Un grupo de pájaros llegaron volando desde todos lados hasta posarse sobre las ramas del árbol. Parecían estar charlando entre ellos antes de acercarse a Simón.

Uno de los pájaros se acercó y le dijo a Simón: "Hemos observado cómo Rocky te ayudó en la fuente. Eso fue muy valiente de su parte". Los demás pájaros asintieron con entusiasmo.

Simón, sorprendido, respondió: "Sí, Rocky es un verdadero amigo. Me salvó de una situación difícil". Los pájaros sonrieron y dijeron: "Queremos hacer algo especial por ti y tu amigo". Entonces, todos los pájaros comenzaron a cantar una hermosa melodía que resonaba por todo el parque.

Las personas que pasaban por allí se detenían maravilladas al escuchar aquella canción tan especial. Rocky y Simón se miraron el uno al otro con alegría en sus ojos.

Habían encontrado nuevos amigos gracias a este increíble encuentro en el parque. Desde aquel día, Rocky y Simón siempre estuvieron juntos. Jugaban juntos en el parque y cada vez que alguien necesitaba ayuda, ellos estaban dispuestos a tenderles una pata amiga.

La historia de estos dos animales demostró que la amistad no tiene barreras ni diferencias. No importa si eres grande o pequeño, todos podemos ayudarnos mutuamente sin importar nuestras diferencias.

Y así, Rocky y Simón vivieron muchas aventuras más juntos mientras seguían enseñando a todos la importancia de ser amables y solidarios unos con otros en ese hermoso parque donde todo era posible.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!