Una Amistad Sorprendente



En una hermosa mañana de primavera, en un campo verde y lleno de flores, un burro llamado Bruno paseaba alegremente. Bruno era un burro grande, de pelaje gris y orejas largas, que disfrutaba de las suaves brisas y el canto de los pájaros. Sin embargo, aunque tenía un gran corazón, a veces se sentía un poco solo.

Mientras Bruno caminaba, notó algo moverse entre las piedras. Curioso, se acercó y vio a una pequeña lagartija de brillante color verde.

"¡Hola!" - dijo Bruno con su voz profunda y alegre. "Soy Bruno, ¿y vos quién sos?"

La lagartija, sorprendida de escuchar a un burro, levantó la cabeza y sonrió tímidamente.

"¡Hola! No suelo hablar con burros. Soy Lila, una lagartija. Vivo aquí, entre las rocas y los arbustos."

Bruno, emocionado, continuó conversando:

"Me encantaría ser tu amigo. A veces me siento solo, y creo que podríamos jugar juntos."

Lila, al escuchar eso, se iluminó.

"¡Me encantaría! Pero no sé si podemos jugar juntos. A veces, soy muy rápida y me gusta correr, y vos... eres tan grande y pesado.

"No te preocupes, Lila. Yo también puedo ser ágil cuando quiero.

"¡Demostralo entonces!"

Y así, empezaron a jugar. Lila corría alrededor de Bruno, mostrándole cómo saltar de piedra en piedra. A su vez, Bruno le enseñó a Lila cómo trotar con fuerza y hacer reír a los animales del campo. Juntos, se divirtieron mucho y descubrieron que sus diferencias los hacían únicos.

Un día, mientras jugaban, escucharon un ruido fuerte. Era un grupo de animales que se había reunido a la sombra de un gran árbol.

"¿Qué pasa?" - preguntó Bruno con curiosidad.

"¡Auxilio!" - gritó un pequeño ratón. "El camino hacia el arroyo se ha bloqueado con ramas. ¡No podemos ir a beber agua!"

Bruno y Lila se miraron y supieron que tenían que ayudar.

"¡Vamos, Lila!" - exclamó Bruno entusiasmado. "Juntos podemos resolverlo!"

Así fue como, combinando su fuerza y agilidad, comenzaron a trabajar. Lila, moviéndose rápidamente, se deslizó entre las ramas y dirigió a los demás animales, mientras que Bruno empujaba las ramas más pesadas. Después de un rato, el camino quedó despejado. Todos los animales aplaudieron a Bruno y Lila, agradecidos por su esfuerzo.

"¡Son un gran equipo!" - dijo la tortuga.

"¡Sí!" - agregó un pájaro. "Nunca pensé que un burro y una lagartija podrían ser amigos y resolver un problema juntos."

La pequeña lagartija sonrió y dijo: "Demostramos que, aunque seamos distintos, podemos trabajar juntos por el bien de todos."

Bruno asintió con entusiasmo.

"Sí, y cada uno puede aportar algo único. La amistad no conoce barreras."

Los animales se volvieron a sus tareas diarias, y Bruno y Lila siguieron jugando juntos, sabiendo que habían encontrado una amistad especial. Juntos, exploraron el campo, aprendieron de sus diferencias y se ayudaron mutuamente en cualquier desafío.

Y así, Bruno el burro y Lila la lagartija demostraron que la verdadera amistad puede surgir entre los seres más inesperados, siempre y cuando estemos dispuestos a abrir nuestros corazones y aceptar a los demás tal como son. Y todos los animales del campo lo recordaron como un gran ejemplo de unidad y trabajo en equipo.

FIN.

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