Una Aventura Británica


Había una vez dos hermanitos, María y Juan, que vivían en un pequeño pueblo en Argentina.

Un día, mientras jugaban en el parque, sus padres les dieron una sorpresa emocionante: ¡se iban de viaje a Londres! Los ojitos de María y Juan se iluminaron de alegría al escuchar la noticia. "¡Vamos a conocer la ciudad de Londres! ¡Qué emoción!", exclamó María saltando de felicidad. "Sí, va a ser genial.

Podremos ver el Big Ben, el Puente de la Torre y tantos lugares increíbles", dijo Juan con entusiasmo. Los días pasaron volando y llegó por fin el momento del viaje. La familia abordó el avión rumbo a Inglaterra.

María y Juan no podían contener su emoción durante todo el vuelo. Al llegar a Londres, quedaron maravillados con la arquitectura antigua de los edificios y los hermosos parques verdes que rodeaban la ciudad.

"¡Miren ese reloj gigante! ¡Debe ser el Big Ben!", gritó María señalando hacia lo alto. "Y mirá allá abajo, ¿esas son las Casas del Parlamento?", preguntó Juan emocionado. La familia recorrió todos los rincones de Londres, desde el Palacio de Buckingham hasta la Abadía Westminster.

Cada lugar nuevo era una aventura para María y Juan, quienes no dejaban de hacer preguntas sobre la historia y la cultura británica. Una tarde, mientras paseaban por Hyde Park, conocieron a un simpático anciano llamado Alfred.

Él les contó historias fascinantes sobre la ciudad y les enseñó palabras en inglés. "Hello children! My name is Alfred. ¿Cómo están ustedes?", saludó amablemente. "¡Hola Alfred! Estamos muy bien gracias", respondieron los niños entusiasmados.

Alfred les mostró cómo saludar en inglés y les enseñó algunas frases básicas que podían utilizar durante su estancia en Londres. María y Juan aprendieron rápidamente y practicaron con él hasta que se despidieron con una sonrisa.

Los días pasaron rápido y llegó el momento de regresar a Argentina. Mientras volvían en avión, María miraba por la ventanilla con nostalgia pero también con gratitud por todas las experiencias vividas en Londres junto a su familia y su hermanito Juan.

"¿Te imaginás volver algún día? Sería genial", susurró María pensativa. "Sí... ¡y tal vez podamos traerle regalos a nuestros amigos para contarles todo lo que vimos!" respondió Juan emocionado ante esa posibilidad.

Al llegar a casa, los papás abrazaron a sus hijos contentos por haber tenido unas vacaciones tan especiales juntos.

Y así terminaba esta aventura inolvidable llena de descubrimientos e historias compartidas que siempre recordarían con cariño María y Juan cada vez que veían un reloj grande como aquel Big Ben que tanto los había maravillado en tierras lejanas llamadas Londres.

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