Una Aventura Cósmica


Alicia y su primo el zombi estaban emocionados. Habían escuchado que en la NASA, la agencia espacial, vivían unos animales muy bonitos y querían investigar más sobre ellos.

Un día, mientras revolvían en el desván de la casa de Alicia, encontraron un viejo libro de hechizos con un conjuro para viajar por todo el universo. Sin dudarlo, decidieron probarlo y en un abrir y cerrar de ojos se vieron frente a la imponente entrada de la NASA.

- ¡Wow! ¡Mira este lugar tan grande! - exclamó Alicia emocionada. - Zzzz... interesante - murmuró el zombi con entusiasmo.

Se acercaron a una científica que pasaba por allí y le preguntaron sobre los animales bonitos que vivían en la NASA. La científica les explicó que no había animales como los conocemos, pero que sí había seres increíbles como astronautas entrenados para viajar al espacio.

Alicia y el zombi se quedaron sorprendidos y fascinados por todo lo que aprendieron ese día. Decidieron entonces hablar con el director de la NASA para contarle sobre su interés en investigar más sobre el espacio y ofrecer su ayuda en lo que fuera necesario.

El director los escuchó atentamente y les propuso unirse a un proyecto especial donde podrían aprender mucho más sobre las maravillas del universo. Los dos aceptaron emocionados y se convirtieron en los ayudantes más especiales de la NASA.

Día tras día, Alicia y el zombi trabajaban junto a los científicos, explorando planetas lejanos, estudiando estrellas brillantes y descubriendo secretos cósmicos. Se sentían felices de poder contribuir al avance del conocimiento humano.

Poco a poco, fueron ganándose el cariño de todos en la NASA con su entusiasmo e ingenio. Y aunque extrañaban su hogar, sabían que estaban viviendo una experiencia única e inolvidable. Finalmente, llegó el momento en que debían regresar a casa.

Con lágrimas en los ojos pero con corazones llenos de gratitud, se despidieron de sus amigos astronautas prometiendo volver algún día para seguir explorando juntos las maravillas del universo. De vuelta en casa, Alicia abrazó a su primo el zombi con alegría. Habían vivido una aventura extraordinaria que nunca olvidarían.

Y desde entonces supieron que no importa cuánto viajen por el universo; lo importante es llevar consigo siempre la curiosidad y las ganas de aprender algo nuevo cada día.

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