Una aventura de amistad en la tormenta
Había una vez un gatito llamado Tito que vivía en una casa muy grande con su familia humana. Un día, mientras jugaba en el jardín, Tito se distrajo y sin darse cuenta se alejó demasiado de su hogar.
La noche cayó y empezó a llover torrencialmente. Tito estaba asustado y triste, no sabía cómo volver a casa. Caminó por calles desconocidas, maullando pidiendo ayuda pero nadie parecía escucharlo.
"¡Miau! ¿Dónde estoy? Quiero volver a casa", decía Tito mientras seguía caminando bajo la lluvia. De repente, un perro callejero apareció frente a él. Tito se asustó al principio pero luego notó que el perro no le hacía daño.
"Hola gatito, ¿estás perdido?", preguntó el perro amablemente. "Sí, me perdí de mi casa y no sé cómo volver", respondió Tito con voz temblorosa.
"No te preocupes amigo, yo también estuve perdido una vez y logré encontrar mi camino de vuelta", dijo el perro con confianza. "Te ayudaré a encontrar tu hogar". Tito se sintió aliviado al saber que tenía alguien para ayudarlo.
Juntos caminaron por las calles mojadas hasta que encontraron un cartel que indicaba la dirección hacia la calle donde vivía el gatito. Pero cuando llegaron allí descubrieron algo terrible: la casa de Tito estaba rodeada por agua debido a la tormenta y era imposible cruzarla sin peligro. "¿Qué haremos ahora? No puedo cruzar el agua", dijo Tito preocupado.
"No te preocupes, amigo. Si trabajamos juntos podemos encontrar una solución", dijo el perro animándolo.
Y así fue, Tito y el perro encontraron un tronco grande que flotaba en el agua y lo usaron para crear un puente improvisado hacia la casa de Tito. Con mucho cuidado lograron cruzar hasta llegar a la puerta de entrada. Tito estaba muy emocionado al ver su hogar pero aún faltaba algo importante: cómo entrar sin despertar a sus dueños.
"Espera aquí afuera, yo buscaré una manera de entrar sin hacer ruido", dijo el perro antes de desaparecer por unos minutos. Al final regresó con una llave que había encontrado en la maceta del jardín.
Juntos abrieron la puerta y entraron sigilosamente a la casa. Tito se acurrucó en su cama mientras el perro se marchaba discretamente para no ser descubierto por los humanos.
A la mañana siguiente, cuando los dueños de Tito despertaron, encontraron al gatito sano y salvo en su cama. No podían creerlo pero estaban muy contentos al ver que había regresado a casa gracias al valor y coraje del perro callejero.
Desde ese día en adelante, Tito aprendió una valiosa lección sobre la importancia de estar atento cuando juega fuera de casa y también sobre cómo trabajar juntos para superar las dificultades. Y siempre recordaría con gratitud la ayuda del perro llamado Leo que lo ayudó a volver seguro a su hogar.
FIN.