Una Aventura de Campo



Era un soleado sábado, y Fara y su hermano Olmo estaban súper emocionados. Sus padres habían planeado un día de campo en el parque, y claro, el aire fresco y el olor a pasto recién cortado hacían que todo fuera aún más especial.

"+Mamá, ¡ya llegamos! Es precioso!" exclamó Fara mientras miraba el gran árbol que se alzaba en el centro del parque.

"Sí, cariño. Aquí se va a divertir mucho, así que no se alejen, ¿entendido?" respondió su mamá, mientras comenzaba a sacar la manta y la canasta de picnic del auto.

Olmo, con su espíritu curioso, miró a Fara y dijo: "¿Vamos a explorar un poco?"

Fara dudó un instante. "Pero, ¿y si nos perdemos?"

"No te preocupes. Solo será un minuto. Prometo que volveré rápido" insistió Olmo, tomando la mano de su hermana.

Así que los dos se aventuraron entre los árboles, riendo y salpicando un poco de tierra en sus zapatillas. Fue un gran momento de descubrimiento. Encontraron flores de colores, un arroyo pequeño y hasta una rana saltando de una piedra a otra.

"¡Mirá, Fara! ¡Es una rana!" gritó Olmo, señalando a la rana.

"¡Es hermosa! Vamos a seguirla un poco más", propuso Fara, sin pensar en el tiempo que estaban alejándose.

Sin darse cuenta, ambos se adentraron más en el bosque, riendo y jugando con la rana. Sin embargo, cuando quisieron volver, se dieron cuenta de que no sabían por dónde habían venido.

"Olmo, creo que nos perdimos..." dijo Fara, sintiendo un nudo en el estómago.

"No pasa nada, solo tenemos que buscar un árbol grande. Es fácil de encontrar" respondió Olmo intentado mantener la calma.

Caminaron y caminaron, pero cada árbol se parecía al anterior, y la preocupación empezaba a eclipsar la emoción de su aventura.

"¿Qué vamos a hacer, Olmo?" dijo Fara, con una lágrima asomando en su ojo.

"Vamos a sentarnos un momento y pensar. Si nos quedamos quietos, papá y mamá seguro van a venir a buscarnos" sugirió su hermano, intentando consolarla.

Se sentaron en una gran roca, y mientras esperaban, Fara recordó lo que su mamá siempre les decía. "Si alguna vez te pierdes, quédate donde estás y espera a los adultos. No te muevas a otro lugar, porque eso solo puede confundirte más".

"Es verdad... Vamos a quedarnos aquí" aceptó Olmo, asintiendo con seriedad.

Pasó el tiempo y los dos comenzaron a sentir el frío de la sombra. Pero de repente, Fara escuchó una voz familiar.

"¡Fara! ¡Olmo!" Era su mamá, acompañada de su papá y, ¡qué alegría! Estaban buscando desesperadamente a sus hijos.

"¡Acá estamos!" gritaron juntos Fara y Olmo, saltando de su roca.

Sus padres corrieron hacia ellos y los abrazaron fuertemente.

"No se pueden alejar así. Nos pusimos muy preocupados" dijo su papá, mientras los mantenía cerca.

"Lo sentimos, papá. Solo quisimos ver la rana..." explicó Olmo, un poco avergonzado.

"Lo sé, pero siempre hay que estar atentos a dónde vamos. Y lo más importante, si se sienten perdidos, quédense en un lugar visible justo como lo hicieron" aclaró su mamá, dándoles un beso en la frente.

De regreso al picnic, Fara y Olmo se sintieron felices de estar con sus padres nuevamente. Mientras compartían sandwiches y jugaban, Fara miró a su hermano y le dijo: "Nunca más nos alejaremos tanto, ¿verdad?"

"No, ¡prometido!" aseguró Olmo.

Y así, después de un día lleno de lecciones y aventuras, Fara y Olmo aprendieron lo importante que es cuidar de uno mismo y siempre estar juntos. Aquella tarde no solo disfrutaron de su picnic, sino que también se dieron cuenta de lo afortunados que eran al tener una familia que se preocupaba tanto por ellos.

FIN.

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