Una Aventura de Colores
Era una tarde soleada y Celeste, una niña de 4 años, y su hermana mayor, Hillary, de 16, estaban en su cuarto jugando a probarse ropa. Celeste amaba el color azul; sus ojos brillaban como el cielo cuando veía algo que le gustaba. Por otro lado, a Hillary le encantaba el rosado, y siempre trataba de convencer a su hermana sobre lo maravilloso que era.
-Celeste, mirá este vestido rosado, es tan lindo -dijo Hillary mientras sostenía la prenda frente a ella.
-¡No! -gritó Celeste, frunciendo el ceño- ¡Es rosado, y no me gusta!
Hillary dejó de intentar persuadirla y se rió. -Está bien, está bien. ¿Qué te parece este pantalón azul? -preguntó, sacando un pantalón del armario.
-¡Sí! ¡Sí! ¡Esa es mi color! -exclamó Celeste, dando saltitos de alegría.
A medida que pasaba el tiempo, las hermanas se probaban diferentes combinaciones de ropa. Celeste se sentía cómoda con los pantalones azules y una camiseta amarilla, mientras que Hillary optó por un vestido rosado que a ella le encantaba.
-¿Viste lo bien que te queda esa camiseta? -preguntó Hillary, admirando a su hermana.
-¡Gracias! -respondió Celeste, sonriendo.
De repente, Hillary decidió hacer una pequeña pasarela en la habitación. -¡Voy a mostrarte cómo es ser modelo! -dijo mientras se arreglaba el vestido.
Celeste la observó con curiosidad, pero cuando Hillary comenzó a caminar y hacer poses, Celeste se sintió un poco abrumada. Decidió dar un paso atrás y acurrucarse en su rincón favorito, donde guardaba sus juguetes favoritos.
-Hillary, estoy un poco cansada.
Hillary, al notar que Celeste se estaba apartando, se acercó con delicadeza. -Está bien, pequeña, ¿quieres que jugemos con tus juguetes un rato?
Celeste dudó, pero luego asintió.
-¡Sí! Quiero jugar con los bloques azules.
-¡Perfecto! -dijo Hillary, mientras se arrodillaba junto a ella y empezaban a construir torres con los bloques.
Mientras jugaban, las dos hermanas se dieron cuenta de que podían combinar sus colores favoritos. Hillary comenzó a construir una torre con bloques rosados y vio que a Celeste no le molestaba.
-¿Ves, Celeste? A veces, combinar colores es divertido.
-¡Sí! ¡Pero el azul es mejor! -respondió Celeste con una sonrisa.
Hillary rió y siguieron construyendo juntas, creando una maravillosa mezcla de torres azules y rosadas.
De repente, la torre más alta comenzó a tambalearse. Las dos gritaron al unísono:
-¡Cuidado! -y comenzaron a reírse.
Un momento más tarde, la torre se cayó, y los bloques estaban esparcidos por todo el suelo. Ambos se miraron y decidieron que debían volver a construirla.
-¿Querés que lo hagamos de nuevo? -preguntó Hillary.
-Sí, pero esta vez con más bloques azules.-
Mientras seguían jugando, Hillary pensaba en lo especial que era su hermana y cómo siempre encontraba maneras de hacer que se sintiera cómoda. Aprendió que a veces necesitaba un poco más de espacio, y eso estaba bien.
Finalmente, después de mucho reír y construir, llegó la hora de guardar los juguetes.
-¿Podemos jugar de nuevo mañana? -preguntó Celeste mientras guardaba algunos bloques.
-¡Por supuesto! Cada día puede ser una nueva aventura.
Así, entre risas y colores, Celeste y Hillary aprendieron que, aunque a veces sus gustos eran diferentes, la diversión estaba en encontrar un punto en común. La felicidad está en compartir momentos, aunque esos momentos signifiquen construir torres de colores nunca antes pensados. Hoy fue un día donde aprendieron a combinar sus diferencias y a disfrutar cada instante juntas.
FIN.