Una Aventura de Desobediencia y Aprendizaje



Había una vez en un hermoso jardín, una hormiguita llamada Lila. A diferencia de sus amigas, Lila era muy desobediente. Siempre hacía lo que quería, sin escuchar a su mamá.

Un día, mientras todas las hormigas trabajaban juntas para recolectar comida, Lila decidió que no quería seguir las reglas. "¡No quiero ir a buscar migas! Quiero explorar el mundo lejos de aquí!", dijo con una gran sonrisa. Su madre, preocupada, le respondió: "Lila, es importante que trabajemos en equipo, y que no te alejes. Hay peligros en el jardín."

Pero Lila no escuchó. Se despidió rápidamente y se aventuró lejos del hormiguero. Al principio, todo parecía divertido. Lila corría por flores de colores, brincaba sobre hojas gigantes y se sentía libre. "¡Esto es increíble!", gritó, ignorando el tiempo que pasaba.

Mientras exploraba, Lila llegó a un rincón del jardín que no conocía. Allí, encontró una mariposa que lucía preocupada y triste. "¿Qué te pasa, mariposa?", le preguntó Lila, curiosa.

"He perdido a mis amigos y no sé cómo volver con ellos. Estoy muy lejos de mi hogar", respondió la mariposa con un suspiro.

Lila se sintió enérgica. "¡No te preocupes! Puedo ayudarte a encontrarlos!", exclamó, sin pensar en los riesgos que eso podría traer. Así que juntas, la hormiguita y la mariposa emprendieron la búsqueda.

Mientras caminaban, de repente, Lila oyó un zumbido muy fuerte. Asustada, miró hacia arriba y vio a un grupo de avispas volando en su dirección. "¡Corre!", gritó la mariposa. Lila pensó rápidamente y recordó lo que su mamá siempre decía: "Nunca te alejes del hormiguero, siempre habrá peligros allá afuera."

Lila, asustada, se dio cuenta de que había estado desobedeciendo, y esa decisión le había traído problemas. "¡Vamos!", le dijo a la mariposa mientras empezaban a correr. Corrieron y corrieron, pero las avispas eran rápidas.

Finalmente, encontraron un escondite entre las raíces de un árbol. Estaban seguras, al menos por ahora. La mariposa respiró hondo. "Gracias, Lila. No estoy segura de qué hubiera hecho sin tu ayuda", dijo con gratitud.

Luego de un rato, las avispas se fueron, y ambas decidieron que era hora de regresar. Lila se sintió un poco triste. "No quiero que termine nuestra aventura", dijo con un tono melancólico.

"Siempre habrá nuevas aventuras, pero es importante volver a donde pertenecemos", dijo la mariposa. "Mis amigos están esperándome, y seguro que tu mamá también":

Lila asintió, pensando en su madre. "Tenés razón. No quiero preocuparla más."

Así fue como las dos hicieron el camino de regreso. Al llegar al hormiguero, Lila corrió a encontrar a su mamá. "Mamá!", gritó mientras abrazaba a su madre con fuerza. Su madre la miró, un poco preocupada pero aliviada. "Lila, pensé que no volverías. ¿Dónde estuviste?"

Con los ojos brillantes, Lila le contó a su madre sobre la mariposa y su aventura. "Me di cuenta de que a veces hay que seguir las reglas porque son importantes", confesó Lila.

Su madre sonrió, aliviada y orgullosa. "Me alegra que hayas aprendido eso, querida. La curiosidad es buena, pero la seguridad es lo primero. Siempre estaré aquí para cuidarte."

Desde aquel día, Lila siguió explorando, pero nunca más desobedeció las advertencias de su madre. Aprendió a trabajar en equipo con sus amigas hormigas y también a ayudar a otros. Y, aunque su espíritu aventurero seguía vivo, ahora lo complementaba con la sabiduría de escuchar a los que la querían.

Y así, Lila se convirtió en una hormiguita valiente, siempre lista para ayudar y aprender, pero también consciente de los peligros que había en el mundo. Y, por supuesto, de la importancia de obedecer a su madre.

Fin.

FIN.

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