Una Aventura en el Bosque



Era un hermoso día de primavera cuando Emma y su mamá decidieron ir a buscar flores en el bosque. El sol brillaba y las mariposas danzaban en el aire. "¿Mamá, vamos a recoger las flores más lindas?"- preguntó Emma con una sonrisa radiante. "¡Sí, querida! Quiero que hagamos un hermoso ramo para la abuela"- respondió su mamá, entusiasta.

Caminaron juntas entre los árboles altos y escucharon el canto de los pájaros. Emma se maravillaba con todo lo que veía. "Mirá, mamá, ¡esas flores son de color azul!"- exclamó señalando un grupo de flores que parecían estrellas en el suelo. "Son hermosas, ¿verdad?"- dijo su mamá mientras las recogía con amor.

Después de un rato, llegaron a un pequeño arroyo que cruzaba el camino hacia la casa de la abuela. "Mirá, comencemos a saltar de piedra en piedra para no mojarnos"- sugirió la mamá, con una risita divertida. "¡Sí! ¡Eso parece un juego!"- respondió Emma, emocionada.

Pero justo cuando estaban a punto de cruzar, la mamá de Emma perdió el equilibrio y, ¡zas! , se cayó de espaldas al agua. "¡Mamá!"- gritó Emma con preocupación. Sin embargo, apenas su madre tocó el agua, unos pequeños peces curiosos comenzaron a nadar alrededor de sus pies y ¡la hicieron reír!"¡Estos peces me están haciendo cosquillas!"- dijo, mientras los movía con sus pies.

Emma no pudo contener la risa y decidió ayudar a su mamá. "Voy a traerte una rama, ¡así te ayudo a salir!"- gritó mientras corría hacia el bosque. Encontró una rama larga y recta, y la llevó de vuelta. "Agárrate de esta, mamá!"- dijo muy decidida. Su mamá tomó la rama y, con ayuda de Emma, logró salir del arroyo, empapada pero feliz.

"Gracias, Emma! Eres muy valiente"- dijo su mamá, sonriendo a pesar de estar empapada.

Juntas, se sacudieron y rieron del pequeño accidente. Decidieron seguir su camino y llegaron a la casa de la abuela, donde Emma la sorprendió con el ramo de flores que habían recogido. "¡Sorpresa!"- gritó Emma mientras entraba.

La abuela sonrió con ternura, "¡Qué bellas flores, gracias! Pero, ¿qué pasó con vos y tu mamá?"- preguntó curioseando.

"Nada, solo que mamá tuvo un encuentro cercano con unos peces"- explicó Emma entre risas.

La abuela, al escuchar esto, también se rió y dijo "En la vida, a veces hay que caer para aprender y disfrutar lo que nos rodea. Y siempre hay espacio para la risa, incluso cuando las cosas no salen como las planeamos"-.

Ese día, Emma aprendió dos cosas importantes: que la vida está llena de sorpresas, y que siempre es mejor enfrentarlas con una sonrisa. Después de todo, las decisiones más simples pueden convertirse en las más memorables.

FIN.

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