Una aventura en el bosque


Érase una vez un niño llamado Martín, que vivía en las afueras de un enorme bosque. Un día, Martín decidió aventurarse en el bosque para explorar y descubrir todos los secretos que guardaba.

Mientras caminaba por el frondoso bosque, Martín escuchó un suave llanto. Al acercarse, descubrió a un pequeño ratón atrapado entre unas ramas. -Hola, ¿estás bien? -preguntó Martín con amabilidad. El ratón asustado respondió: -¡Ayuda! Estoy atrapado, por favor sácame de aquí.

Con cuidado, Martín liberó al ratón y este, agradecido, le dijo: -Muchas gracias, niño. Te debo una. Martín sonrió y continuó su camino. Mientras tanto, un moustro observaba desde la sombra, urdiendo un malévolo plan.

El moustro, en su afán de sembrar el caos, decidió transformar a un árbol amable en un árbol egoísta y cruel. Cuando Martín se acercó al árbol, notó de inmediato el cambio en su actitud. El árbol se negaba a dejarlo pasar, argumentando que no quería ser molestado.

Martín, sorprendido, le preguntó al árbol qué le había sucedido para cambiar tanto. El árbol, con voz altanera, respondió: -Culpa al moustro, él me obligó a ser así. Martín decidió enfrentar al moustro y buscar una solución.

Tras un arduo enfrentamiento, el niño logró hacerle entender al moustro el daño que estaba causando. El moustro, arrepentido, deshizo el maleficio y el árbol volvió a ser amable.

Finalmente, Martín regresó a casa, habiendo aprendido que la amabilidad y la valentía pueden superar hasta los mayores obstáculos. Desde entonces, se convirtió en el amigo de todos los seres del bosque. Y el ratón, el árbol y el moustro le agradecieron su bondad y coraje. Y colorín colorado, este cuento ha terminado.

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