Una Aventura en el Bosque de Misiones



Era un día soleado cuando Hanna, una niña curiosa de diez años, se subió al avión junto a su papá Isaac y su mamá Lourdes. Estaban emocionados porque iban rumbo a Misiones, un lugar famoso por sus cataratas y su abundante naturaleza.

"¿Ya podemos ver las cataratas desde aquí?" - preguntó Hanna, mirando por la ventana.

"No todavía, tenemos que volar un poco más" - respondió su papá sonriendo.

Mientras el avión surcaba el cielo, la familia disfrutaba de juegos y risas, pero de repente, el avión comenzó a temblar. La azafata, aunque parecía tranquila, dio un aviso a los pasajeros.

"Por favor, mantengan los cinturones abrochados. Vamos a experimentar un poco de turbulencia" - dijo amablemente.

Hanna miró a su mamá con un poco de miedo.

"Mamá, ¿estamos a salvo?"

"Sí, cariño. Estas cosas pueden pasar, pero los pilotos son muy buenos" - le aseguró Lourdes mientras le acariciaba el cabello.

Sin embargo, la turbulencia se volvía más intensa y, de repente, el avión comenzó a descender poco a poco, hasta que se escuchó un estruendo y un impacto. Hanna se abrazó a sus padres y cerró los ojos. Cuando los volvió a abrir, se dio cuenta de que estaban en medio de un bosque.

"Mamá, ¿estamos en el bosque?" - preguntó sorprendida.

"Parece que sí, Hanna. Necesitamos salir de aquí" - dijo Isaac, mirándose con preocupación.

Los tres se desabrocharon los cinturones, un poco aturdidos, pero ilesos. Miraron alrededor y vieron árboles enormes y un sinfín de plantas exóticas.

"¡Es como un cuento de hadas!" - exclamó Hanna, olvidándose del miedo que sentía hace un momento.

Mientras caminaban, comenzaron a explorar el bosque. Pronto se dieron cuenta de que habían aterrizado cerca de un arroyo cristalino que corría alegremente entre las piedras.

"¡Miren cuántos colores!" - dijo Hanna, emocionada al ver flores de todos tonos.

"¿Qué tal si buscamos algo para comer?" - sugirió Isaac.

Juntos, comenzaron a buscar frutas en los árboles. Encontraron mangos, naranjas y algunas bayas. Mientras tanto, contaban historias sobre la naturaleza y la importancia de cuidarla.

"¿Sabían que las mariposas son importantes para las flores?" - preguntó Hanna.

"Claro, porque ayudan a polinizar" - respondió su mamá.

Pero no todo sería tan fácil. Mientras se reían y recolectaban frutas, escucharon un sonido extraño.

"¿Qué fue eso?" - preguntó Hanna, mirando hacia los arbustos.

"No lo sé, pero tenemos que ser cuidadosos" - dijo Isaac, sintiendo un poco de nervios.

De repente, un grupo de pequeños animales apareció: eran coatíes curiosos, mirando a la familia con sus ojos brillantes. Hanna comenzó a reírse, al ver lo traviesos que eran.

"¡Miren qué lindos!" - dijo ella.

"Sí, parece que ellos son los dueños de este lugar" - contestó Lourdes.

Los coatíes se acercaron lentamente y comenzaron a olfatear las frutas que la familia había recolectado. Hanna, cautivada, decidió compartir un poco con ellos y, rápidamente, los animales comenzaron a comer alegremente.

"Tal vez, si compartimos con la naturaleza, podemos ser parte de ella" - reflexionó Isaac mientras miraba a los coatíes.

Después de un rato, comenzaron a escuchar un sonido que parecían voces a lo lejos; era el eco del rescate. Se acercaban los equipos de búsqueda. La familia sintió una mezcla de felicidad y tristeza; estaban disfrutando mucho su aventura, pero sabían que tenían que regresar.

"¿Están listos para volver?" - preguntó Lourdes, con una sonrisa cómplice.

"Sí, pero me gustaría quedarme un poquito más" - dijo Hanna, deseando que la aventura nunca terminara.

Finalmente, los rescatistas llegaron y, tras asegurarse de que todo estaba bien, llevaron a la familia de vuelta al avión, que estaba en un estado inesperado pero intacto. Al despegar, miraron hacia el bosque con nostalgia.

"Siempre recordaremos nuestra pequeña aventura en el bosque de Misiones" - dijo Isaac.

"Y cuántas cosas aprendimos, como cuidar de nuestros amigos los animales" - agregó Lourdes.

Hanna sonrió, sintiendo que su corazón estaba lleno de amor por la naturaleza y la aventura.

"Prometo que siempre cuidaré de los árboles y los animales" - dijo Hanna.

"Y yo prometo que volveremos a visitarlos algún día" - añadió su papá.

Y así, la familia voló hacia casa, llevando consigo no solo una historia inolvidable, sino también un nuevo compromiso con el mundo que los rodeaba.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!