Una Aventura en el Jardín



Era un día soleado en la guardería El Arcoíris, y Marian estaba muy emocionada. Hoy le habían prometido que podría jugar con Nina, la jirafa de peluche que era la mascota del lugar. Nina no era una jirafa cualquiera, ¡era mágica!

Marian entró al salón y la vio allí, en su rincón favorito, con su vestido de flores y su gran sonrisa.

"¡Hola, Marian!", dijo Nina con su voz suave. "¡Estoy lista para la aventura!"

"¿Qué tipo de aventura vamos a tener hoy?", preguntó Marian con los ojos brillantes.

"Hoy vamos a explorar el jardín mágico que hay detrás de la guardería. ¡Dicen que hay flores que cantan y árboles que cuentan historias!"

Marian no podía contener la emoción. Ni bien completaron sus tareas en el salón, corrieron hacia el jardín. Cuando cruzaron la puerta, el jardín les dio la bienvenida con luciérnagas que danzaban y flores de todos los colores.

Nina miró alrededor.

"¿Ves esas flores? Están hechas de sueños. Cada vez que alguien sonríe, crecen un poquito más".

Marian se agachó y tocó una flor que brillaba en tonos azules.

"¡Son hermosas! ¿Puedo cantarles una canción?"

"¡Por supuesto! ”, dijo Nina, animada. “Cuanto más suenen las risas y las canciones, más magia habrá en este jardín".

Marian empezó a cantar una canción sobre la amistad, mientras las flores comenzaban a moverse al ritmo de su voz, emitiendo melodías suaves. Sin embargo, de repente, un fuerte viento empezó a soplar y las flores se asustaron.

"¿Qué pasó, Nina?", preguntó Marian, preocupada.

"Creo que el viento se llevó un poco de nuestra alegría. ¡Vamos a encontrarla!"

Nina y Marian decidieron seguir el rastro de risas y felicidad que el viento había dejado atrás. Saltaron por entre los arbustos hasta que llegaron a un gran árbol que parecía hablar.

"¡Hola, pequeñas aventureras!", dijo el árbol con una voz profunda. "He visto cómo el viento se llevó una sonrisa que estaba aquí. ¿Pueden ayudarme a devolverla?"

Marian miró a Nina y asintieron.

"¿Cómo lo hacemos?", preguntó Marian.

"Tienen que contarme una historia divertida. ¡Las risas siempre traen sonrisas!"

Marian pensó y, recordando su último viaje a la playa, empezó a contar la historia de cómo su hermano hizo un castillo de arena tan grande que el mar lo quería llevar. Nina interrumpió varias veces para agregar detalles y hacer reír a Marian.

El árbol comenzó a reírse y, con cada carcajada, las hojas brillaban más intensamente.

"¡Eso fue increíble!", dijo el árbol. "Ahora puedo sentir las sonrisas volviendo. ¡Gracias!"

A medida que las risas eran más fuertes, las flores comenzaron a revolotear, llenas de energía. El viento, al escuchar la alegría, dejó de soplar fuerte y empezó a mecer suavemente las ramas.

"¡Lo logramos!", exclamó Marian, mientras un destello de luz brillante envolvía el jardín.

"Sí! Cada vez que compartimos alegría, lo hacemos más mágico. Ahora, veamos si podemos hacer que las flores canten otra vez. ¿Qué tal una canción de alegría y amistad?", sugirió Nina.

Marian y Nina cantaron juntas, y pronto todas las flores se unieron con una melodía alegre.

Marian sonrió, entendiendo que el verdadero poder de la magia venía de compartir momentos felices. Al terminar, el jardín estaba lleno de color, risas y amor.

"Hoy aprendí que las sonrisas son contagiosas y que siempre podemos ayudar a otros a encontrar la felicidad", dijo Marian.

Nina asintió con alegría.

"Exactamente, Marian. Y siempre habrá aventuras mientras tengamos corazón y amistad".

Después de un largo día lleno de risas y música, Marian y Nina regresaron a la guardería, listas para nuevas aventuras.

Desde aquel día, Marian nunca olvidó el secreto del jardín mágico: compartir alegría es una de las cosas más importantes en la vida. Y siempre que tuviese a su amiga Nina a su lado, las posibilidades eran infinitas.

Cada vez que el sol brillaba, sabía que las flores también lo hacían, esperando ser alimentadas con cariño y sonrisas.

FIN.

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