Una Aventura en el País de los Sueños



Érase una vez en un hermoso pueblo de España, donde las calles eran de adoquines y el sol brillaba radiante. Allí vivía una pareja inglesa, Tom y Lucy, que habían decidido hacer un viaje a este mágico lugar. Sin embargo, había un pequeño problema: no sabían español. Pero eso no les iba a impedir disfrutar de su aventura.

Un día soleado, Tom y Lucy decidieron dar un paseo por las calles del pueblo. Mientras caminaban, se dieron cuenta de que no sabían cómo preguntar dónde estaba la plaza del pueblo.

"¿Cómo decir plaza en español?" - preguntó Tom, rascándose la cabeza.

"¡No tengo idea!" - replicó Lucy, mirando a su alrededor, algo preocupada.

Los turistas decidieron que lo mejor seria intentar comunicarse con los españoles, así que se acercaron a una amable señora mayor que vendía flores en la esquina.

"¡Hola!" - dijo Tom con una sonrisa, mientras levantaba la mano.

"¡Hola!" - respondió la señora, sonriendo de vuelta.

Tom y Lucy intentaron gesticular y hacer dibujos en el aire para indicar que buscaban la plaza.

"Plaza... aquí, lugar para sentarse, ver gente…" - dijo Lucy moviendo las manos como si estuviera sentándose en una silla.

La señora pareció confundida, pero no se dio por vencida. Ella hizo un gesto como si estuviera mirando un reloj.

"Ah, reloj...¿tiempo?" - exclamó Tom, sintiéndose un poco perdido.

De repente, un niño que jugaba cerca se acercó a la pareja. Tenía una sonrisa amplia y ojos curiosos. Sabía un poco de inglés porque estaba aprendiendo en la escuela.

"¿Hola?" - dijo el niño timidamente.

Tom y Lucy se llenaron de entusiasmo. ¡Alguien que podía entenderlos!"¡Hola! We... looking for plaza!" - dijo Tom señalando alrededor.

El niño pensó un momento y sonrió.

"Plaza! Sigue... ahí..." - dijo el niño, utilizando sus manos para señalar el camino.

"¡Genial!" - exclamó Lucy, y sentía que podían comunicarse finalmente.

El niño guió a Tom y Lucy hasta la plaza, mientras relataba en su inglés básico sobre los juegos que allí se jugaban. Cuando llegaron, la plaza estaba llena de colores, músicos y gente riendo. Tom y Lucy se maravillaron.

"¡Mira! Carnavales, comida, música… ¡es increíble!" - dijo Tom, disfrutando de la atmósfera.

Se sentaron en un banco y comenzaron a interactuar con los españoles. A través de gestos, risas y algunas palabras en inglés y español, se hicieron amigos de varios niños que estaban jugando.

El niño del principio, que se llamaba Pablo, los presentó a sus amigos.

"Mira, ellos saben jugar al fútbol!" - dijo Pablo, señalando a un grupo de chicos.

Tom y Lucy quedaron fascinados y decidieron jugar. Pero había un pequeño problema: el balón se escapó y rodó hacia una fuente cercana.

"Oh no!" - gritaron los dos en su idioma. Pablo empezó a reírse y empujó a Tom a ir a buscarlo.

Con un poco de miedo, Tom se acercó a la fuente. Sin embargo, al intentar atrapar el balón, terminó cayéndose al agua. Todos empezaron a reírse, incluso Tom y Lucy.

"¡Este es un juego nuevo!" - dijo Lucy mientras ayudaba a Tom a salir de la fuente, completamente empapado.

Esa caída rompió el hielo y ayudó a que todos se rieran juntos. Entre juegos, risas y gestos, la pareja inglesa se dio cuenta de que el lenguaje no solo eran palabras; era también la expresión, los gestos y, sobre todo, el corazón.

Al final del día, Tom y Lucy ya no sólo conocían la plaza del pueblo, sino que también habían hecho amigos que no esperaban. Estaban tan felices que Tom dijo:

"¡Volveremos!" - sonriendo mientras señalaba a sus nuevos amigos.

Desde ese día, cada vez que se encontraban con un español, no dudaban en presentarse, hacer gestos y disfrutar, porque sabían que lo más importante era la conexión. Y así, Tom y Lucy regresaron a su país con un corazón lleno de aventura, amistad y un nuevo idioma que estaban decididos a aprender.

Cada vez que recordaban su viaje a España, no solo pensaban en la plaza, sino en todos los amigos que habían hecho, y en cómo la risa y los gestos siempre pueden superar las barreras del lenguaje. Y así, aprendieron que con un poco de valentía y una sonrisa, el mundo entero puede convertirse en un lugar lleno de amigos.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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