Una aventura en la ciudad


Había una vez en una ciudad muy grande, una gatita llamada Michi. Michi era curiosa y juguetona, le encantaba explorar cada rincón de su barrio y conocer a todos los vecinos.

Un día, mientras jugaba en la vereda, un perro grande empezó a ladrarle muy fuerte. Asustada, Michi salió corriendo sin darse cuenta de hacia dónde iba. - ¡Michi, espera! -maullaba su amiga Luna desde lejos. Pero ya era tarde.

Michi se había perdido entre las calles desconocidas de la ciudad. Estaba sola y asustada, no sabía cómo volver a casa. Durante varios días, Michi deambuló por la ciudad buscando el camino de regreso.

Conoció a otros animales callejeros que intentaron ayudarla, pero ninguno conocía su barrio. La gatita comenzaba a desesperarse cuando encontró a un simpático ratoncito llamado Roque. - Hola, ¿estás perdida? -preguntó Roque con voz amable.

- Sí, me llamo Michi y no sé cómo volver a casa -respondió la gatita con tristeza. - No te preocupes, yo conozco bien la ciudad y puedo ayudarte a encontrar tu camino de regreso -dijo Roque con seguridad. Juntos recorrieron calles angostas y plazas bulliciosas.

Pasaron por mercados donde los aromas deliciosos les hacían cosquillas en la nariz y por parques llenos de niños felices jugando. A medida que avanzaban, Michi se daba cuenta de lo grande e impresionante que era la ciudad.

Finalmente, después de mucho caminar, Roque llevó a Michi hasta una esquina familiar. La gatita reconoció el cartel del kiosco donde solía jugar y supo que estaba cerca de casa. - ¡Roque! ¡Gracias por ayudarme! Ahora sé cómo volver solo -maulló Michi emocionada. - De nada, Michi.

Recuerda siempre que en la ciudad hay muchos peligros pero también grandes amigos dispuestos a ayudarte -dijo Roque antes de despedirse. Con paso firme y decidido, Michi llegó sana y salva a su hogar donde Luna la esperaba ansiosa.

Desde ese día, la gatita aprendió que aunque se pierda en medio del caos urbano siempre habrá alguien dispuesto a tenderle una pata para guiarla de vuelta al hogar.

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