Una Aventura en la Ciudad
Era un día soleado en el parque donde Bruno, el perro salchicha, y su amigo Tony, el perro caniche, disfrutaban de un rato de juego. De pronto, una hermosa mariposa de colores brillantes voló justo frente a ellos.
"¡Mirá esa mariposa, Bruno! ¡Es preciosa!" - exclamó Tony, moviendo su cola con emoción.
"¡Vamos a seguirla!" - sugirió Bruno, lleno de energía.
Así, los dos amigos comenzaron a correr detrás de la mariposa. Volaron entre flores y lanzaron ladridos alegres, pero la mariposa continuó volando, llevándolos cada vez más lejos de su parque.
Después de un ratito, Bruno dijo:
"¿Estás seguro de que sabemos adónde vamos?"
"Claro, solo estamos siguiendo a la mariposa, Bruno. ¡No pasa nada!" - contestó Tony, aunque en el fondo empezaba a sentirse un poco inseguro.
Al poco tiempo, se dieron cuenta de que estaban en una parte de la ciudad que nunca habían visto. Todo era mucho más grande y ruidoso. Los perros se miraron con temor.
"Bruno, creo que nos hemos perdido..." - dijo Tony mirando alrededor con su gran ojo castaño.
"Sí, ahora que lo mencionás, no reconozco nada de este lugar. Fue una locura seguir a la mariposa sin pensar" - respondió Bruno, comenzando a sentir un nudo en su pancita.
Mientras caminaban, intentaron recordar el camino de regreso, pero las calles eran un laberinto. Al dar la vuelta a una esquina, se encontraron con un grupo de perros callejeros. Eran un poco más grandes y tenían aspecto rudo.
"¿Qué hacen dos perritos perdidos por aquí?" - preguntó uno de ellos, un perro grande y animal.
Bruno se armó de valor y dijo:
"Estamos buscando el camino de regreso a casa. ¿Sabés cómo podemos regresar al parque de la ciudad?"
Los perros callejeros se miraron unos a otros y rieron.
"¡El parque! Está muy lejos de aquí. ¿Por qué no se quedan con nosotros?" - sugirió otro perro, moviendo su cola con astucia.
"¡No, no!" - interrumpió Tony, pegándose más a Bruno.
"Queremos volver a casa, no queremos quedarnos aquí suministrando diversión a otros perros."
Los callejeros finalmente se aburrieron de ellos y continuaron su camino. Ahora Bruno y Tony estaban más asustados, sentían que la aventura se había vuelto un poco peligrosa.
"Bruno, ¿qué vamos a hacer?" - se lamentó Tony, sus orejas caídas.
Sin embargo, Bruno, que siempre había sido el más valiente, levantó el ánimo.
"Primero, debemos parar de preocuparnos y pensar. Tal vez hay alguien que nos pueda ayudar. Vamos a preguntar a los humanos."
Así que se acercaron a un grupo de personas que estaban en una plaza, sentadas en bancos. Una niña los vio y corrió hacia ellos con una sonrisa.
"¡Qué perros tan lindos!" - exclamó.
"¿Se perdieron?" - preguntó, agachándose para acariciarlos.
Bruno, en su mejor español canino, le ladró un poco para hacerle saber que sí, que estaban perdidos. La niña se rió y pidió ayuda a su madre.
"Mamá, creo que estos perritos necesitan regresar a su casa. ¡Vamos a ayudarles!" - decía la niña, emocionada.
La mamá de la niña les puso un collar con su dirección y los llevó a la estación de policía más cercana. Allí, un amable oficial de policía los escuchó y aceptó ayudarles.
"No se preocupen, chicos. Pronto estarán de regreso en el parque" - les dijo con una sonrisa.
Finalmente, después de un largo viaje en auto, Bruno y Tony vieron la señal del parque. Saltaron de alegría cuando, después de tantas peripecias, por fin llegaron a su destino.
"¡Lo logramos, Bruno! ¡Estamos en casa!" - gritó Tony, saltando en círculos.
"Sí, y aprendimos que no debemos alejarnos tanto de casa. Hay aventuras, pero también es importante volver siempre a donde pertenecemos" - dijo Bruno.
A partir de ese día, cada vez que veían una mariposa revoloteando, ambos amigos sonreían y decidían que, aunque podía ser tentador seguirlas, preferían mantenerse juntos y cerca de su hogar. Así, la amistad y la seguridad estaban primero.
Y desde entonces, Bruno y Tony disfrutaron de sus aventuras, pero siempre asegurándose de no perderse de nuevo.
FIN.